El levantamiento del secreto de sumario de la pieza principal del caso Imelsa ha supuesto un auténtico terremoto, otro más, para el PP valenciano. En una semana negra, el que fue partido hegemónico durante dos décadas en la Comunitat ha perdido, además, a uno de sus referentes históricos, la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, a la que una de las ramificaciones de este caso ha borrado de la militancia del PP tras 40 años. El alud de casos de corrupción, unos presuntos y otros ya constatados por los tribunales, ha encontrado en este caso una explicación global: diversas facciones del partido, infiltradas en las administraciones públicas, que se disputaban comisiones ilegales por construir colegios. Ya no son solo denuncias del arrepentido Marcos Benavent. Son informes de la Guardia Civil que apuntan a exvicepresidentes, consellers, a Alfonso Rus y a Francisco Camps. El exjefe del Consell sepultó su carrera política el mismo día que negó conocer a los cabecillas de la trama Gürtel. La mera connivencia con esos comportamientos exigía explicaciones y una rectificación inmediata. No lo hizo y fue la Justicia quien se encargó de forzar esa asunción de responsabilidades políticas con la apertura de juicio. Camps dimitió y posteriormente fue absuelto. Pero quedó marcado por esa negativa a dar una solución política a un problema político. El mero hecho de haber tratado amigablemente con una presunta red de saqueadores de las arcas públicas le inhabilitaba. Por lo que está revelando el sumario de Imelsa, aquellas dudas iban más allá de los famosos “tres trajes”.