JOAQUÍN LEGUINA. EXPRESIDENTE DE LA COMUNIDAD DE MADRID
OPINIÓN

Madrileños

Vista de la Gran Vía el primer día de la entrada en vigor de Madrid Central.
Vista de la Gran Vía el primer día de la entrada en vigor de Madrid Central.
JORGE PARÍS
Vista de la Gran Vía el primer día de la entrada en vigor de Madrid Central.

En Madrid durante 140 días cada año los niveles de contaminación en el centro superan los límites marcados por la UE (aunque, para decirlo todo, de las más de 400 regiones que componen la UE, la de Madrid es la de más alta esperanza de vida).

En tales condiciones, cualquier persona sensata ha de aceptar que las cosas no pueden seguir de esta guisa y, por lo tanto, bajar los índices de contaminación es una de las primeras obligaciones de cualquier munícipe.

Ahora bien, nunca conviene hacer estas cosas a lo bestia, es decir, sin una planificación general del transporte y una coordinación entre las distintas administraciones. Y estas dos premisas han estado ausentes de la operación municipal de tráfico llamada Madrid Central.

Por otro lado, ha vuelto a plantearse una contradicción no menor que se da siempre en las grandes conurbaciones (áreas metropolitanas) a las que pertenecen varios municipios.

En este punto la primera cuestión a plantearse es obvia: ¿quiénes son los madrileños?, ¿los que duermen y votan en la ciudad de Madrid? ¿O lo son también quienes viven y trabajan en la villa pero duermen y votan en otro municipio, que son un millón y medio? Una visión global y solidaria tendría que tener en cuenta a todos.

Por otro lado, si se quiere prohibir la entrada a la almendra central habrá que reforzar primero el transporte colectivo, vale decir, Cercanías de Renfe, Metro y autobuses. Pero eso no se ha hecho; es más, Cercanías viene sufriendo muy graves deterioros de mantenimiento, a lo que se une la ausencia, muy preocupante, de inversiones.

Y en cuanto a Metro, que fue muy reforzado durante los mandatos de Ruiz Gallardón, viene sufriendo un claro deterioro durante los últimos tiempos (menor frecuencia, poca renovación de material móvil, etc.). En cuanto a los autobuses interurbanos y urbanos, no tienen, ni de lejos, la eficacia del ferrocarril.

La Comunidad de Madrid goza –sí, goza– de un Consorcio de Transportes encargado de planificar y dirigir el transporte colectivo tanto público como privado. Pues bien, el actual equipo municipal no ha acordado nada ni con el Consorcio, ni con la Comunidad de Madrid ni con los otros grupos (incluido el PSOE) que –recordemos– representan a la mayoría de los madrileños que duermen en la Villa, pues Ahora Madrid no ganó las elecciones.

El equipo de Carmena no hace ni caso al PSOE ni a su grupo municipal ni al parlamentario en la Asamblea ni a los alcaldes que ese partido tiene en el área metropolitana. Estamos, pues, ante una alcaldada que no tiene en cuenta ni a instituciones ni a personas.

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