JOAQUIM COLL. HISTORIADOR Y ARTICULISTA
OPINIÓN

Moción de autorrescate

Albert Rivera e Inés Arrimadas.
Albert Rivera e Inés Arrimadas.
EFE
Albert Rivera e Inés Arrimadas.

Pocas veces se ha gestionado tan mal un excelente resultado electoral como el que obtuvo Ciudadanos con Inés Arrimadas en diciembre del 2017. Siendo la primera fuerza en votos y escaños, renunció a presentarse a la investidura. Entre enero y mayo del 2018, el Parlament estuvo paralizado por la inviabilidad legal de la investidura de Carles Puigdemont y el fracaso de Jordi Turull, que no logró el apoyo de la CUP. Recordemos que Quim Torra fue elegido a mediados de mayo, en el límite de la repetición electoral.

En todo ese tiempo Arrimadas no quiso postularse con el argumento de que no tenía ninguna posibilidad o de que el presidente del Parlament, Roger Torrent, no la habría propuesto. En cualquier caso, era una ocasión de oro para alzar la voz, explicando desde el atril su programa de gobierno o evidenciando el secuestro de las instituciones. Tampoco quiso presentar una moción de censura en otoño cuando Torra pidió a los CDR que "apretasen", el Govern no pudo sacar adelante los Presupuestos y se comprobó su desinterés por los problemas reales de los catalanes. La explicación volvió a ser que la votación se hubiera perdido y solo serviría para unir a los independentistas.

En primavera, Arrimadas abandonó el Parlament para encabezar la lista al Congreso por Barcelona en el marco de la estrategia frentista de Albert Rivera. Si en algún lugar fracasó claramente ese giro a la derecha fue en Cataluña. Después llegó el divorcio con Manuel Valls, preludio de la crisis interna en Cs con sus padres fundadores y con aquellos diputados que como Toni Roldán no entendían el cordón sanitario a ultranza contra Pedro Sánchez. Hoy todas las encuestas señalan que la formación naranja perdería no solo su condición de primera fuerza en unas autonómicas, sino de primer partido constitucionalista en beneficio del PSC.

La moción de censura que finalmente ha llevado a cabo la nueva líder de Cs en Cataluña, Lorena Roldán, más que contra Torra, ha sido una especie de automoción de confianza para relanzar su partido. Una operación de autorrescate de los naranjas aprovechando la crispación que vive la política catalana a las puertas de la sentencia, la retórica amenazante de Torra y su apoyo a los CDR acusados de terrorismo.

Pero Roldán no tiene el carisma que alcanzó Arrimadas y su exposición no ha aportado ninguna novedad. El president vicario sale intacto porque la moción solo ha contado con el apoyo de los 4 diputados del PP, mientras el PSC se ha abstenido ante una moción tardía y de autorrescate electoral.

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