JESÚS MORALES. PERIODISTA
OPINIÓN

El Madrid de la "revolución fiscal" frente al Gobierno "de progreso" de Sánchez

José Luis Martínez-Almeida y Pedro Sánchez.
José Luis Martínez-Almeida y Pedro Sánchez.
EFE
José Luis Martínez-Almeida y Pedro Sánchez.

España ya no es bipartidista, pero hoy se ha demostrado que sigue siendo de dos bloques: el que han escenificado PP, Ciudadanos y Vox en muchas capitales de España y el formado por PSOE, Podemos y nacionalistas también en muchas alcaldías y diputaciones forales y provinciales.

Madrid, con José Luis Martínez-Almeida, es de momento el principal referente del bloque de la derecha. En el de la izquierda y nacionalistas, a la espera de que Pedro Sánchez concrete su pacto para seguir en el Gobierno central, es Barcelona y su alcaldesa Ada Colau. De este nuevo esquema se están escapando muy pocas instituciones. Como gran isla transversal quedaría solo Castilla-La Mancha, donde el pacto mayoritario ha sido el de PSOE con Ciudadanos.

Almeida se ha estrenado en su cargo de alcalde prometiendo una "revolución fiscal" en Madrid, mientras que Pedro Sánchez promete desde el Gobierno central un proyecto "social y de progreso". Lo que se intuía la noche electoral del 26 de mayo se ha confirmado ahora: Sánchez va a tener en el nuevo alcalde madrileño a su principal contrapeso. Si en el Congreso de los Diputados el PSOE pacta con sus socios una subida de impuestos, el PP pactará con sus socios una bajada de los tributos municipales. Si Sánchez pacta aumentos de fondos en las políticas a favor de la inmigración impulsado por Podemos, o tiene gestos con Cataluña y País Vasco a instancias de ERC o PNV, seguramente Almeida, mirado muy de cerca por Cs y Vox, aprobará alguna medida para reivindicar su españolidad. Y es cuestión de tiempo que el pulso que plantee el PP desde los ayuntamientos esté acompañado también por Comunidades como Madrid, que casi seguro estará liderada por la popular Isabel Díaz Ayuso.

La batalla va a ser además larga. Los dos bloques tienen cuatro años para demostrar los efectos de sus políticas, por fin sin interferencias al menos durante dos años de nuevas convocatorias electorales. En este tiempo, la derecha por un lado y la izquierda y nacionalistas por el otro tendrán que demostrar si son capaces de dar estabilidad a sus alianzas. Se podrá saber si PP y Ciudadanos saben marcar sus diferencias y a la vez entenderse y además no quedar tocados por apoyarse en los votos de Vox. También se podrá verificar si la previsible alianza estable hacia la que va el PSOE con Podemos y socios como el PNV y ERC genera un desgaste a los socialistas o no. En cualquier caso, la nueva batalla apenas ha empezado. Ahora al que le toca mover ficha es a Pedro Sánchez: debe decidir si mantiene el pulso con Podemos para mantener su "gobierno en solitario" o si adapta la estrategia al nuevo escenario municipal y autonómico y apuesta también por un gobierno de coalición. La noche de las elecciones generales, el 28 de abril, lo descartó, pero desde entonces —y hasta que se forme el gobierno central, como pronto dentro de un mes— habrá cambiado mucho el escenario político.

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