ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Los abuelos deberían ser inmortales

Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.
ISABEL LLANOS
Isasaweis, colaboradora de 20minutos.

Apreté fuerte los ojos para retener dentro de mí que mis abuelos serían inmortales. Íbamos de camino a pasar la Navidad con ellos y mis padres tuvieron la terrible idea de decirnos: "algún día faltarán los abuelos". Apreté los ojos fuerte para no asumir aquello. Mis abuelos no faltarían nunca.

Disfruté a tres abuelos: Totó, Tatá y abuelita. La vida se llevó antes a Manuel.

Totó era muy panero, como yo. Cómo disfrutábamos comiendo con pan, especialmente un buen plato de garbanzos. Él me enseñó a comerlos con cebolleta. Cogía un trozo y pasándolo por el plato a modo de cuchara, lo llenaba de garbanzos que se llevaba a la boca, mordiendo a la vez un trozo de la cebolleta. Grande, Totó.

Mi abuelo no era especialmente afable, pero se hacía querer.

Tenía una huerta que nos llenaba la mesa de alcachofas en invierno, perucos en San Juan y sandías en verano. Tengo grabado el sabor de aquellas alcachofas. Y mirar cómo Totó iba haciendo en su plato una montaña con las pieles enteras de los perucos, que retiraba con maestría con su pequeño cuchillo. Y cómo hacía varios cortes a las rodajas de sandía para que nos fuera más fácil comerlas.

A las sandías de Totó no hacía falta echarles azúcar. Cuánto las echo de menos, y cuánto cuantísimo que me las corte mi abuelo.

Tatá cocinaba con carne aquellas alcachofas que tanto nos gustaban. Su bacalao, sus exquisitas albóndigas y su arroz en la olla exprés, que era como ella, práctico, con un poco de todo y sin pretensiones, pero realmente delicioso. Mi abuela Tatá, era muy graciosa. Decía las cosas como las pensaba, sin filtros. Hubiera sido una gran tuitera.

Cuando ya era mayor solía repetir: "¿Y decís que yo tengo 80 años? Madre, con 80 años antes ¡eras una vieja!" jaja. Qué buena, Tatá. Cuánto me faltas...

Abuelita, era muy coqueta y tenía una mente brillante. La recuerdo leyendo el periódico en el salón, pintándose las uñas de nácar, que para mí ya no es otro que el color de mi abuela, y viendo 'Saber y ganar'. Jordi Hurtado perdió a una de sus más fieles espectadoras. Menuda crack, abuelita.

Era sabia y sabía. Sabía de todo. Sabía de números, de historia, de lengua... y sobre todo de querer. Recuerdo cómo cada viernes cuando mis padres salían con los amigos y nos dejaban a mis hermanos y a mí con ella, y nosotros nos peleábamos por alguna tontería, nos decía: "se lo voy a decir a vuestros padres en cuanto lleguen". Y nunca dijo nada. Jamás. Así era abuelita. Y a mí no puede faltarme más de lo que lo hace...

Lloré tanto la muerte de mis tres abuelos que creí desmayarme en sus funerales. Hacía años que no los lloraba, y lo he vuelto a hacer ahora como lo hizo aquella Navidad en el coche, la niña que los quería en su vida para siempre.

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