Otro modo de vivir en común no solo es posible, es que ya es real. Incluso en los años más duros del PP, Madrid ha mostrado que hay una ciudadanía que resiste: que ha construido desde los barrios y municipios desde las asociaciones de vecinos y vecinas, en las organizaciones de lucha por los derechos sociales, en la PAH, en las Mareas. Cuando el PP ha devastado nuestras vidas en común, la gente ha retomado las instituciones, demostrando que los municipios pueden ser lugares de resistencia política y no sucursales de la administración sin autonomía ni financiación. Esa es la Comunidad que queremos reivindicar; la que se ha organizado para plantar cara a las políticas injustas de un PP que, como una banda mafiosa, ha puesto los intereses de unos pocos por encima de la mayoría.

Podemos elegir entre casas de apuestas o centros sociales para la juventud, y por eso vamos a pelear para implantar la ley integral de juego que ya planteamos desde Podemos, frente a un PP que ha dejado que este invada los barrios populares como una herramienta de desarticulación social. Podemos elegir entre casas para los fondos buitres o para la gente, y por eso vamos a pelear por una ley autonómica que asegura el derecho a la vivienda, frente a un PP que prefiere una Comunidad donde hay 260.000 casas vacías, donde el año pasado hubo 6.435 desahucios, donde las viviendas sociales son para los fondos buitre. Podemos elegir entre la segregación y la desigualdad del PP o un Madrid vivible para toda su gente sin importar su origen, género o capacidades. Y elegimos la segunda.

Seguimos el ejemplo que la gente viene marcando durante todos estos años y elegimos construir desde abajo, desde la base, la Comunidad que todas y todos nos merecemos: justa, solidaria, diversa, que reconstruya los servicios públicos que son nuestro patrimonio común y, así, esté en condiciones de ofrecer a cada persona la vida que todos y todas nos merecemos.