IRENE LOZANO. ESCRITORA Y DIRECTORA DE THE THINKING CAMPUS
OPINIÓN

Aún es primavera

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Ha cambiado el rumor de las conversaciones en Madrid. Lo oigo en la barra del bar, en las terrazas, en los minutos de espera en la sala de cine, justo antes de que se apaguen las luces. La gente habla como siempre, pero las palabras no son las mismas. Escucho, preguntándome qué falta, y descubro que están ausentes las exclamaciones propias de estos días. Se ha dejado de oír el zumbido familiar de la queja por el tiempo, ese gruñido recurrente que se desdoblaba en dos pero era siempre el mismo: ¡Qué frío! ¡Qué calor!

Son las dos frases de todo el año con la peculiaridad de que, en esta época, se solían pronunciar ambas en la misma semana. Por primera vez en una vida -la mía, en concreto, que no es una unidad de medida universal, pero me hace el apaño-, los madrileños no refunfuñamos estos días por el frío; tampoco por el calor. Aquí el cambio de estación ha consistido siempre en que alguien pulsa un botón y llega el verano.

Para buscar una imagen que describa este clima, los de hoy diríamos que Madrid tiene bomba de aire frío y caliente, mientras la generación de mi abuela hubiera citado aquello de "nueve meses de invierno y tres de infierno". La metáfora tecnológica ha sustituido a la religiosa, pero el hecho siempre fue el mismo: la primavera sólo llegaba al anuncio de El Corte Inglés.

Este año alguien parece haberse olvidado de pulsar el botón; quizá se ha estropeado, o tiene un cable que no hace contacto. No sé qué es, pero nos sentimos extraños estos días en nuestra ciudad, porque nadie nos enseñó a decir: "Qué temperatura más agradable". Nos hemos sumido en el asombro, y no es porque se haya acabado el invierno -que por momentos pareció perpetuo-. Estamos perplejos de que aún sea primavera.

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