IÑAKI ORTEGA. DIRECTOR DE DEUSTO BUSINESS SCHOOL Y PROFESOR DE LA UNIR
OPINIÓN

'Déjà vu'

Disturbios en Barcelona, donde se han quemado contenedores y coches para montar barricadas contra las fuerzas de Seguridad.
Disturbios en Barcelona, donde se han quemado contenedores y coches para montar barricadas contra las fuerzas de Seguridad.
ACN
Disturbios en Barcelona, donde se han quemado contenedores y coches para montar barricadas contra las fuerzas de Seguridad.

En psiquiatría, tener la sensación de haber vivido en el pasado una situación que está sucediendo en el presente se denomina déjà vu. El término procede del francés y se traduce literalmente como "ya visto". Es algo que nos pasa a todos en alguna ocasión y te lleva a pensar 'vaya, esto me parece que ya lo he vivido hace no mucho'. Fue el psicólogo Emile Boirac, en el siglo XIX, quien acuñó estos engaños de la memoria que, cuando son muy frecuentes, son un indicador de una patología.

Igual piensas que tengo que ir al psiquiatra, pero llevo una semana con déjà vu. Y no se me pasa. Cada noche después de trabajar me siento en el sofá a ver la televisión y me encuentro con barricadas, jóvenes encapuchados lanzando piedras, contenedores ardiendo y policías acorralados. Y en mi cabeza aparecen recuerdos de hace 20 años. Yo nací en Bilbao y me crié en Vitoria aunque mis amigos estudiaban en San Sebastián y Pamplona. Y esto ya lo he vivido.

Por desgracia, no me engaña la memoria. Ojalá nunca España hubiese sufrido la ira del terrorismo de ETA. Autobuses quemados, policías apedreados y sabotajes del mobiliario urbano fueron habituales hasta hace muy poco en el País Vasco y Navarra. El terrorismo de ETA no consistía solo en asesinar o secuestrar, sino que los disturbios callejeros eran otra forma de meter miedo y así los fanáticos pudiesen lograr sus objetivos sin oposición.

Para los que crecimos rodeados de la violencia etarra era habitual protegerse en un portal para que un cóctel molotov no te quemase o evitar algunas zonas de la ciudad convertidas en guetos del odio por miedo a que te pegasen una paliza. Viví también cómo chicos de mi ciudad comenzaban por polítizarse en las aulas pero también en los bares.

Luego, un día, envalentonados por unas cervezas acabaron tirando piedras a la Policía de «ocupacion», como la denominaba alguna televisión. Ciertos políticos le quitaban importancia a estos hechos como si fuesen 'pecadillos de juventud', pero la realidad es que yo mismo vi cómo esos chicos acabaron siendo pistoleros y destrozando familias con sus crímenes. Déjà vu.

No se si durará mucho mi déjà vu. Espero que no. En cualquier caso, un vistazo a la historia reciente de España me ayudará a demostrar que no tengo ningún trastorno de la memoria. Más bien al contrario, quienes se empeñan en relativizar la gravedad de los disturbios en Cataluña, sí que podrían ser diagnosticados con amnesia, en el mejor de los casos, al haber olvidado cuánto ha sufrido nuestro país y cuánto daño hizo a nuestra economía el terrorismo separatista. Pero me temo que no es falta de memoria, es pura paranoia.

A esos que miran para otro lado ante la violencia en Cataluña les ciega su supremacismo y ven otra realidad. Ojalá despierten pronto de ese sueño enfermizo porque las consecuencias del nacionalismo excluyente, otro déjà vu, ya las hemos vivido aquí y en el resto de Europa.

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