HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

"Ignacio Echeverría era un hombre bueno y quiero que se sepa"

HELENA RESANO
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"Era un hombre bueno y quiero que se sepa que siempre quiso ser un hombre bueno. Hizo lo que tenía que hacer, no esperaba menos de él". Son las palabras de un padre roto. Le cuesta mantener a raya las lágrimas. Hace un esfuerzo por lograr terminar la frase sin derrumbarse. Porque el dolor, aunque hayan pasado doce meses, sigue ahí.

Ha pasado un año del atentado que acabó con la vida de su hijo, en un puente de Londres. Y toca recordarle. La BBC le entrevista, están preparando un homenaje a las víctimas y el padre de Ignacio Echeverría quiere contar quién era su hijo.

Efectivamente Ignacio pudo hacer otra cosa, sí, salir corriendo, huir, ponerse a salvo. Es lo que haríamos la mayoría, yo la primera. Pero no lo hizo. Se quedó, se quedó para defender a otra víctima, para enfrentarse a los terroristas con su monopatín y eso le costó la vida. Su padre lo sabe y lo acepta, porque sabe que Ignacio era así. La familia de Ignacio ya nos dejó tocados a todos aquellos días en Londres.

Cuando sus hermanos y hermana salieron a hablar con los medios (la única vez que lo han hecho) lo hicieron para dar las gracias a sus amigos: estaban atormentados con la idea de que habían abandonado a Ignacio en el puente y de que no hicieron nada. Con una sonrisa contaron que no había nada que perdonar, que en medio de tanto dolor había mucho amor, el que ya sentían por su hermano y al que desde entonces admirarían siempre.

Recuerdo perfectamente ese momento, escuchándole al lado, con mi micrófono, haciendo una conexión en directo para Madrid. Nos miraban a los ojos y nos sonreían. Respondían amablemente a lo que les preguntábamos, si ya tenían fecha para la repatriación, si habían podido verle. Nos dieron los detalles justos y nos pidieron intimidad. Era un momento difícil y necesitaban estar solos. Sin cámaras.

Fue una cobertura complicada. No todo el mundo entendió que aquello era lo único que iban a decir. Que la noticia no iba a estar en sus declaraciones sino en sus actos, en cómo actuaron todo el tiempo, con tantísimo respeto, con tantísima discreción. Celebraron una misa en una iglesia cercana a donde vivía Ignacio. Allí acudieron cientos de amigos españoles que, al igual que la familia, guardaron un respetuoso silencio y pidieron no ser grabados.

Han pasado 12 meses y esa familia todavía está en proceso de asimilar lo que pasó. De aceptar la ausencia. Pero en ningún momento han dejado de mirar con amor el gesto de Ignacio. Siempre decimos en estos casos que no nos olvidaremos, etc., etc., pero luego la actualidad te devora y lo dejas en un rincón de tu memoria. Hasta que ves de nuevo a Joaquín, a su padre decir esa frase demoledora: "No esperaba menos de él". Un padre que conoce muy bien cómo era su hijo.

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