HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

El absurdo de un tirano

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
Prensa Miraflores / EFE
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.

Es el abecé de un buen tirano: solo permito que se cuente lo que a mí me conviene. ¿El resto? Lo censuro. Los medios de comunicación están diseñados a mi imagen y semejanza y, todo lo demás, o no existe o es mentira. El problema es que esto podía funcionar durante la guerra fría o en los años 80, pero ahora mismo, con las redes sociales, con la viralización de imágenes y testimonios al instante, es muy complicado que esto se aguante durante mucho más tiempo.

Pero esto a Nicolás Maduro le importa bien poco. Vive demasiado aislado, fabricando una realidad que no existe y que quiere seguir manteniendo de forma artificial. Le ocurrió ayer con el equipo de noticias de Univisión, al que retuvo en el Palacio presidencial durante dos horas y media tras parar, de forma abrupta, la entrevista que le estaban haciendo. Llevaban 17 minutos sentados, el periodista haciendo su trabajo, preguntas, y Nicolás Maduro contestando de forma más o menos concreta, (no lo vamos a poder saber, enseguida les explico por qué).

Hasta que el periodista, Jorge Ramos, una de las caras más respetadas del periodismo latino en Estados Unidos, le enseñó lo que él y su equipo habían grabado hacía unas horas en las calles de Caracas, muy cerquita del Palacio de Miraflores donde reside Maduro: eran venezolanos rescatando comida de la basura, de uno de los camiones que estaba haciendo su recorrido por el centro de la ciudad. Estaban llevándose los restos que había, y comiéndolos directamente ahí, delante de la cámara. Gente que está pasando mucha hambre y que está a un par de manzanas de donde Maduro día sí y día también, proclama que todo esto es un invento.

Las imágenes no le gustaron a Maduro y decidió parar la entrevista y marcharse. La verdad es lo que tiene, que incomoda. Y en su enfado, ordenó que todo el material fuera requisado. Algo absolutamente ilegal: ese material es del canal de televisión. Pero a Maduro hace tiempo ya que le da igual qué es legal y qué no. Hace unos días, Jordi Évole le preguntaba directamente a Maduro que por qué no convocaba elecciones, por qué no les preguntaba a los venezolanos qué querían hacer. Pero esto no está en sus planes más inmediatos.

La nueva política no está en sumar votos, en encontrar medidas que mejoren una sociedad, sino en colocar mentiras y cuantas más mejor. Mentir sin tapujos, sin sonrojarse, que la realidad no te estropee tu discurso, da igual que la gente se esté muriendo de hambre o da igual que la gente esté harta de bloqueos absurdos. Mentir. Lo grave, lo preocupante, es que esto no está pasando solo en Venezuela.

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