Cristiano Ronaldo no tiene más posibilidad de defensa que satisfacer la deuda tributaria de catorce millones que se le exige, reconociendo judicialmente los hechos que le imputan antes de que transcurran dos meses desde su citación judicial. De esta manera, podrá optar a una rebaja de penas prevista en el Código Penal, que le permitirá obtener la suspensión de la condena. Le han citado el 31 de julio para darle esa oportunidad.

Con el precedente del caso Messi, condenado por defraudar cuatro millones ocultando igualmente sus ingresos por derechos de imagen, cualquier pretensión de defensa que alegue buena fe o se base en la legalidad formal del entramado societario constituido al efecto parece abocada a un absoluto fracaso. Como en este caso, lo previsible es que los tribunales den relevancia solo a dos circunstancias: la primera, que el futbolista residente en España sabe que está aquí sujeto a un tributo por sus rentas; y la segunda, que la interposición de sociedades para el cobro de sus derechos de imagen tiene por finalidad el incumplimiento de ese deber tributario. Es cierto que en estos casos, como en el de otros deportistas famosos, parece que Hacienda quiere enviar un mensaje a la ciudadanía sobre el cumplimiento de los deberes tributarios. Pero este aspecto ya fue denunciado ante el Tribunal Supremo por los abogados de Messi, quienes alegaron que esa utilización de un deportista popular como ejemplo disuasorio atentaba contra su dignidad como persona (artículo 10 de la Constitución). El Alto Tribunal rechazó este argumento, al que opuso "las necesidades de ciudadanos sometidos a situaciones sociales y económicas mucho más incompatibles con la dignidad del ser humano que la de quien soporta una pena democráticamente dispuesta por la ley" (sentencia de 24 de mayo pasado).

Así las cosas, a la vista del perfil psicológico del personaje, la única incógnita es si el club con el que tiene contrato estará dispuesto a modificarlo mejorándolo de tal manera que le compense el quebranto económico y de imagen (esta vez intransferible a terceros) que este caso le va a suponer. Si no fuera así y el despecho del jugador le llevara a marcharse de España, ello no iba a mejorar su situación judicial aquí, pudiendo incluso empeorarla.

En cuestión de imagen, la última semana de julio, entre el 26 y el 31, va a haber un auténtico despilfarro.