Dice la norma de nuestro Sistema Nacional de Salud que los tratamientos de reproducción asistida tendrán como finalidad «ayudar a lograr la gestación en aquellas personas con imposibilidad de conseguirlo de forma natural», solo que luego se pone un poco pejiguera: que si «personas sin ningún hijo, previo y sano» (sic), que si «existencia de un trastorno de la capacidad reproductiva»...

No solo es una indecencia. Con la tasa de natalidad más baja de la serie histórica —y sus consecuencias socioeconómicas—, también es absurdo.