Pues no, pues es que igual Sam está cansado de tocar la misma canción una y otra vez. ¿Es que no hay nadie que haya pensado en eso? ¿Nadie ha pensado en él? Parece ser que no.

Mónica Naranjo está de vuelta. Ha regresado a los escenarios con una gira en la que brilla como nunca mientras hace renacer sus viejos éxitos del pasado, pero... no todos. La Naranjo se ha hartado de intentar superar un trauma relacionado con uno de sus discos. Una historia muy ligada a la muerte de su hermano y de la que, a lo largo de estos años, he escuchado muchas y muy variopintas versiones.

Mónica Naranjo quiso recuperar alguno de los temas de este disco para su nuevo espectáculo, pero finalmente decidió, muy sabiamente, no hacerlo porque le hacía daño cantarlos al recordarle momentos terribles de su vida. Gracias a esto reflexioné.

Cuando vamos a un concierto queremos cantar los éxitos de nuestros ídolos, pero... ¿no pensáis que deben de estar un poco agotados de machacar una y otra vez al público con lo mismo? ¿Conocéis a algún cantante que solo cante una y otra vez la misma canción y que lo haga feliz (no vale María Jesús y su acordeón)?

Las canciones van ligadas a momentos muy concretos de nuestras vidas: las que más nos gustan son las dulces bandas sonoras de episodios del pasado, y, las que menos, también son recuerdos, pero tienden a amargar.

Me fastidia ir a un concierto y que el cantante no cante su tema más popular, pero ¿y si a él le hace sentir mal? Ya sé que no estoy descubriendo la pólvora mojada, pero me gustaría invitaros a reflexionar, a hacer un ejercicio de empatía, porque, aunque lo sabemos, a veces se nos olvida que detrás de cada artista, del maquillaje, los focos, los bailarines, los músicos... siempre hay una persona que, como tú y como yo, siente y padece con las canciones. Alguien que también viaja a través de ellas. Gracias por tu reflexión, Mónica.