CARLOS G.MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

Milagro en la cena de Navidad de la empresa

Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.

Tras un eterno hilo de mails para decidir dónde catar un solomillo a la pimienta, toca brindar por la Navidad con tus compañeros. Con algunos no pasas de los buenos días en todo el año, pero los regalos del amigo invisible obran el milagro navideño y la camaradería reina por una noche. No te puedes reír cuando tu jefe acaba cantando una de Serrat en el karaoke, pero son cenas bastante divertidas que te pierdes si eres autónomo como el que firma.

Aunque este año he estado en la de una productora nueva. Me reuní con su director, Luis, un hombre con solera en la televisión, hace unos meses. Estaba abierto a ideas diferentes de las habituales, aunque aún necesitaba enganchar a una cadena. Quedamos en hablar cuando la cosa cogiera más forma, pero no supe de Luis hasta hace unas semanas, cuando me envió un mail invitándome a la cena de Navidad de la productora de la que decía que me consideraba parte. Me sonó raro, no habíamos llegado a trabajar juntos, así que respondí rechazándola. Unos días después me llamó Ana, hija y socia de Luis, para advertirme de que la cena se había adelantado media hora. Insistió en lo importante que era para Luis que fuera, así que acabé apuntando la fecha porque soy de los que no saben decir que no. Vale, y por el motivo menos navideño que lleva a esas cenas: rascar trabajo o no perderlo.

Llegué al restaurante antes de que lo hiciera Luis, aunque encontré a Ana con otras veinte personas en un desconcertante silencio para ser compañeros de curro. Me presenté al chico junto al que me senté; era cámara, se había reunido con Luis cuando yo lo hice y también quedaron en hablar más adelante. Al otro lado tenía a una estudiante que un día llamó a la productora preguntando por una beca que nunca salió, y delante a una gestora que aún no había gestionado nada. Tampoco habían empezado a trabajar en la productora los otros comensales. ¿Qué narices hacíamos en la cena de una empresa en la que no trabajábamos?

Ana nos explicó que ella y su padre habían montado la productora para descubrir al tiempo que en la tele rascaban los de siempre y el resto esperaban pacientemente a que quedara un hueco. Ellos ya no podían hacerlo más, así que iban a echar el cierre. Luis estaba en pleno proceso de duelo por la pérdida; en concreto, en la fase de negación, así que su hija nos había invitado a la cena para que hiciéramos de empleados, rollo Familia, la peli de Aranoa. Hasta traía una bolsa con regalos para el amigo invisible. Al descubrir el paripé, unos cuantos se fueron, pero a otros nos dio cosa, cogimos un regalo y nos quedamos.

A Luis se le dibujó una sonrisa enorme al vernos en la mesa. La cosa funcionaba, nos trataba como si realmente fuéramos sus empleados y a nosotros se nos pasó la tensión con los vinos. Como en toda cena de empresa nos centramos en opiniones culinarias, debates del estado de la nación, chistes buenos y otros de cuñado. Luis hizo un brindis contándonos que, años atrás, en la cena de la productora en la que había pasado media vida, el fantasma de las navidades pasadas le recordó lo que quería producir cuando empezó en la tele. El del presente le dijo que igual no estaba en el camino y el del futuro le empujó a montar su productora. "No lo habría logrado sin mi hija", dijo antes de que rompiéramos en un aplauso compasivo.

Tras las copas, Luis se despidió de todos sus empleados con abrazos y susurros de agradecimiento por haber participado del teatro. Nos envió aquel primer mail invitándonos porque, a menos de que ocurriera un milagro, la empresa iba a echar el cierre y a Ana le estaba costando asumirlo; el espejismo de cena navideña de productora exitosa era para ella. Sin saberlo, padre e hija se estaban protegiendo mutuamente.

Los supervivientes de la noche acabamos en un karaoke en el que, cosas del destino, coincidimos con la cena de Navidad de una cadena de televisión. Un par de canciones de Raphael después, conseguimos una reunión para Ana y Luis con su directiva. Los milagros pueden ocurrir en Navidad.

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