El principal objetivo de un sistema de pensiones es la sostenibilidad. Se puede decir que un sistema de pensiones es sostenible financieramente cuando los ingresos y gastos se igualen y, para que no haya distorsiones coyunturales, se toma un periodo amplio de tiempo; por ejemplo, 11 años. Ya existe, desde la reforma de 2013, un mecanismo automático de ajuste (el Índice de Revalorización de las Pensiones o IRP), cuyo objetivo es hacer que el sistema sea sostenible financieramente.

Sin embargo, el déficit de la Seguridad Social ha aumentado en los últimos años, y llegará, en 2016, a unos 19.000 millones. ¿Por qué el IRP no ha resuelto este problema? Sobre todo, porque la normativa fijó unos topes a su aplicación: una revalorización mínima del 0,25% y una revalorización máxima del IPC+0,5%, que impide que el IRP fluctúe libremente. ¿Cómo se puede conseguir la sostenibilidad? De muchas maneras, aunque la más 'sencilla' es separar el valor teórico del IRP (sin topes) del valor que realmente se va a utilizar para revalorizar las pensiones (por ejemplo, IPC).

La financiación de la diferencia entre el IRP teórico y el aplicado se haría con impuestos y no con cotizaciones, como hasta ahora. De esa forma se conseguiría anular el déficit de la Seguridad Social y revalorizar las pensiones según lo que entre todos se considere conveniente. Como dato, el IRP teórico para 2017 se ha estimado en -3,1%, mientras que la revalorización aplicable será del 0,25%.