Otero de Sanabria es una pequeña aldea zamorana de 26 habitantes. Se trata de uno de los núcleos con menor densidad de población de la zona, lo que no ha impedido que el Ministerio de Fomento haya decidido construir allí una estación del AVE Madrid-Galicia que costará 4,2 millones de euros. Todo ello tres años después de que Renfe suprimirera el tren convencional a Ourense.

El AVE no es en sí mismo una mala idea pero, por su coste (tanto de construcción como del billete), no se debería limitar a una estructura radial. Esta visión que parte desde Madrid hacia la periferia es una clara metáfora de la concepción territorial no solo de las infraestructuras, sino del Estado.

Resulta difícil de creer que el aislamiento de Otero de Sanabria se vaya a solucionar con el apeadero de un tren caro y ultrarrápido. Mientras tanto, viajar desde la tercera ciudad de España a la segunda (Valencia-Barcelona) cuesta más de tres horas e innumerables contratiempos; el cercanías Castellón-Valencia sufre un rosario de retrasos; el Puerto de Valencia tiene que poner 50 millones para reflotar la línea de mercancías Valencia-Zaragoza (cuyo trayecto, que debe hacerse de día y sin lluvia, dura más de ocho horas), y el tren Gandia-Dénia sigue siendo una quimera. Sin Madrid, no hay ferrocarril.