Hace un mes, la organización Business Roundtable –que reúne a los presidentes de 181 de las mayores empresas de EE UU– publicó una muy discutida declaración en la que asume un cambio de visión sobre sus objetivos y rompe (o dice que lo va a hacer) con su política, que no es otra que la que prima obtener el máximo rendimiento de los beneficios. A partir de ahora, su intención  –señalan– será favorecer también a sus empleados, a sus clientes y a las comunidades en las que operan.

El propósito no les habrá salido de dentro, más bien parece que se han visto empujados por los movimientos mundiales que exigen a gobiernos y grandes corporaciones una transformación real para que el clima y la igualdad de oportunidades sea lo que prime.

Este lunes, Naciones Unidas celebra la Cumbre del Clima en Nueva York, para impulsar, según el secretario general António Guterres, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y mostrar los avances en la economía real. La cumbre viene precedida de movilizaciones de millones de estudiantes y no estudiantes de todo el planeta, con Greta Thunberg al frente, que terminarán el viernes 27 con una huelga mundial.

También este lunes y martes, en Ámsterdam, directivos de otras empresas muy diferentes debaten sobre las bases de la economía del siglo XXI: la reducción de las emisiones de carbono o la inversión de impacto.

Pertenecen al movimiento B Corporation, utilizan su fuerza para resolver los problemas sociales y medioambientales y van a anunciar su alianza con Naciones Unidas para crear una plataforma online gratuita que permita a las empresas mejorar su impacto en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Algo se va moviendo.