OPINIÓN

Naturaleza en femenino

Wisdom, madre a los 67 años, es campeona de la conciliación familiar. Con el nacido en febrero ha tenido y criado más de 35 hijos, pero nunca estuvo sola. Siempre lo hizo en perfecta armonía, repartiendo la responsabilidad familiar con Akeakamai, su actual amor, y antes con otros padres de las criaturas. Trabajando duro. Mientras uno cuida la descendencia el otro sale a pescar en largas jornadas que a veces duran varios días. No hay diferencias de trabajo entre ambos sexos. Son albatros de Laysan, unas enormes aves marinas. Viven en el remoto atolón coralino de Midway y su único polluelo es muy exigente. Hay que incubar el huevo 65 días, tarea que suele empezar el macho pues la hembra bastante ha hecho ya con ponerlo, inmenso como es. Una vez nace la cría necesita 160 días de permanentes cuidados antes de aprender a volar y lanzarse a los peligros del Océano Pacífico. En el atolón norteamericano se amontonan más de 600.000 nidos de estas aves, pero Wisdom y Akeakamai saben con precisión cuál de todos los pollos es el suyo. Lo reconocen por el olor. Y lo miman.

Susie tiene menos suerte. Es una hembra de chimpancé en un zoológico de Kansas, en Estados Unidos. En 2010, con 56 años, tuvo un sano bebé, pero el padre ni estaba ni se le espera. Si hubiese vivido en la selva, su hábitat natural, no le habría ido mejor. En esa especie los machos son apenas gritones elementos procreadores. Las manadas disfrutan de un auténtico matriarcado muy jerarquizado de hembras que elijen a su macho alfa, pero a quien igualmente pueden sustituir por otro si no da la talla. Tan parecidos a nosotros que son los únicos que utilizan el sexo más allá de la pura reproducción.

Pero es verdad. En la naturaleza suelen mandar los machos, aunque hay preciosas excepciones. Las elefantas mandan, cuidan y protegen a la manada, que es una gran familia llena de tías, abuelas, hermanas y primas. En cuanto los jovencitos empiezan a ponerse chulitos son apartados del grupo, condenados a una vida muy solitaria solo interrumpida por los escarceos amorosos. Pasa parecido con el león. Será mucho rey de la selva, pero tampoco manda en casa. Las leonas hacen todo el trabajo, incluso el de cazar. Orcas y algunos otros cetáceos como los calderones apuestan igualmente por el matriarcado. Se agrupan en manadas de féminas lideradas por la más experimentada, de tal forma que cazan y cuidan de sus crías en comunidad. Los machos solo son aceptados para los apareamientos, al igual que hace la abeja reina con los zánganos. Copula con varios de ellos, que mueren después de la noche de bodas o antes, pues si hay poco alimento las obreras directamente los echan de la colmena. Las hienas llegan incluso más lejos. En caso de cópula sin consentimiento rechazan el esperma orinándolo con desprecio. Y se ríen. Sus machos pintan poco en el grupo, comen poco e imagino que se ríen también poco.

Las relaciones sociales de los seres humanos han oscilado históricamente entre el inusual matriarcado y el habitual patriarcado, pero por suerte estamos mejorando desde que hemos optado por seguir las enseñanzas igualitarias de los albatros, que son las mismas de las cigüeñas, las golondrinas y de tantas otras aves sabias. Gracias a nuestra inteligencia hemos logrado un extraordinario avance en los métodos anticonceptivos, de tal manera que las mujeres pueden decidir cuándo y con quién reproducirse. El resto de las tareas las hacemos igual y por igual unos y otras. La masculinidad ha cambiado para bien pues se ha hecho más femenina. Pero todavía quedan muchos zánganos y viejos leones empeñados en mantener vergonzantes desigualdades. Mucha violencia machista, acoso, baboso. Una inconcebible e inexplicable brecha salarial que cual techo de cristal impide a las mujeres llegar tan alto como quieren. Y una discriminación a esa conciliación que tanto necesitamos todas y todos. ¿Alguno tiene dudas? Aprendamos de la naturaleza. En femenino.

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