CÉSAR JAVIER PALACIOS. PERIODISTA EXPERTO EN MEDIO AMBIENTE
OPINIÓN

La naturaleza es puro orgullo gay

César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.

No es cierto que el arcoíris tenga siete colores. Isaac Newton, el primer científico que logró dividir la luz con un prisma –reduciendo la magia del arco celeste a un trozo de cristal– fue quien en 1704 señaló este número mágico como prueba de una supersticiosa 'ley de los siete' que supuestamente regía el universo, siete colores, siete astros, siete metales, siete días de la semana y hasta siete enanitos. En realidad el espectro lumínico de la luz blanca es un pantone ilimitado. Tan diverso y variado como la naturaleza misma, ajena a reglas; donde la vida se salta todos los cánones en alegre barullo evolutivo para alegría de las diferencias.

Esta certeza contradice perlas homófobas como las de la exalcaldesa de Madrid Ana Botella, quien defendía que las manzanas no son peras. "Si se suman una manzana y una pera nunca puede dar dos manzanas", justificaba hace años. Craso error. Los ingenieros agrónomos y especialmente nuestros abuelos saben que un peral se puede injertar en un manzano. E incluso un manzano sobre otro manzano agarra muy bien, querida Ana.

El orgullo LGTB es algo natural. Son famosos los pingüinos gais, que se unen en pareja de por vida y rechazan copular con hembras cuando se les da esa oportunidad. Un 8% de los carneros prefieren a los de su propio sexo antes de hacérselo con una oveja, imagino que para asombro del pastor. Entre los primates, nosotros incluidos, la bisexualidad y la homosexualidad son frecuentes. Se llevan la palma los bonobos o chimpancés pigmeos, donde existe un alto porcentaje de lesbianismo; aproximadamente el 60% de la actividad sexual de esta especie es entre dos o más hembras. Los elefantes gustan de enredar con sus trompas para provocar placeres ocultos a sus amigos, el sexo anal entre machos de jirafa es tan espectacular y acrobático como frecuente, los leones no desdeñan su fiereza amatoria entre ellos mismos, como tampoco lo hacen perros, patos y hasta libélulas o ranas.

La naturaleza también contradice eso de que "los niños tienen pene y las niñas vulva". Ahí están los peces payaso que hiciera famosos la película Nemo. Fieles monógamos heterosexuales, cuando la hembra muere devorada por alguna barracuda hambrienta el macho empieza a desarrollar gónadas femeninas mientras se le atrofian hasta desaparecer sus testículos. El chico se hace chica. Y el joven Nemo pasaría entonces a ocupar el papel de padre, solo que uniéndose con su papá, que en ese momento se habría transformado en mamá. ¡Vaya lío!

Yo he pasado más de una década estudiando a los alimoches canarios, un bello buitre en grave peligro de extinción. Largas sesiones de campo espiando con el telescopio su vida más íntima. Un día no daba crédito a lo que estaba viendo. En un territorio de Fuerteventura, en lugar de una pareja había un trío. Mientras uno de los machos copulaba con alegría sobre la hembra, el otro observaba impertérrito a la espera de que le llegara su turno, lo cual no se demoró demasiado. Satisfechos los tres, emprendieron juntos un vuelo feliz. Tuvieron un huevo, nació el pollo y el trío lo sacó adelante en ejemplar armonía. Alimoches que, dicho sea de paso, descubrimos que se maquillan con rojizas tierras para mostrarse más apetecibles, de forma casi imperceptiblemente diferente entre machos y hembras. Aunque ahora que los conozco mejor no me extrañaría que también hagan trampas con esas pinturas de guerra amatoria.

En realidad no existen especies animales para las que los científicos no hayan encontrado comportamientos homosexuales. Bueno, sí. La única excepción son las que nunca tienen sexo, como los erizos marinos, que liberan sus gametos al mar sin tener contacto físico entre ellos. Para el resto, la homosexualidad, la bisexualidad o la transexualidad no es un problema. Tampoco debería serlo para nosotros. Como acertadamente afirmó la escritora estadounidense Dorothy Parker, "la heterosexualidad no es normal, solo es común".

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