JESSICA GÓMEZ. BLOGUERA
OPINIÓN

Carta a “no todos los hombres”

Jessica Gómez
Jessica Gómez
JESSICA GÓMEZ
Jessica Gómez

Mi hijo empezaba hoy una actividad deportiva con el cole. Ayer me di cuenta de que le faltaba material, así que por la mañana, después de dejarlos a él y a su hermana en el colegio, me fui al Decathlon a buscárselo.

Cuando llegué, el parking estaba prácticamente vacío. Solo había un puñado de coches, no más de cinco, creo, desperdigados aquí y allá.

Aparqué en un pasillo frente a la entrada, a unos veinte metros de la puerta. Sin bajarme del coche, miré hacia dentro. Se veía oscuro. Pensé que quizás aún no habían abierto, y esperé un poco a ver si veía movimiento.

En eso estaba, esperando, cuando una furgoneta negra llegó y aparcó junto a mí, dos plazas a mi derecha. Conducía un hombre de unos cuarenta, pelo rapado, barba de un par de días, con ropa de faena y una braga que le tapaba hasta la barbilla.

Mi primer impulso, lo primero que hizo mi cuerpo de manera automática, fue estirar el brazo y presionar el botón de bloqueo de puertas. Y lo siguiente que hice, de forma instintiva, fue volver a mirar hacia la puerta de entrada a ver si veía gente. Cuando me quise dar cuenta estaba comprobando si había cámaras de seguridad. Y, de repente, me encontré pensando: "Si grito aquí, no me oirá nadie".

El pobre currito se bajó de la furgo y entró al local, a lo suyo, ajeno por completo a mi existencia y mi paranoia. Yo me di cuenta de que tenía los pies sobre los pedales y la mano derecha en la palanca de cambios.

En mi comunidad autónoma han desaparecido tres mujeres, de más o menos mi edad, en dos semanas: entre el 13 de febrero y el viernes pasado. Leí en el periódico que el día 16 una mujer denunció que estaba parada en un semáforo de mi ciudad, por la noche, y un hombre intentó subirse a su coche. Ayer, a las tres de la tarde, la Guardia Civil comunicaba que había aparecido, en un embalse, el cuerpo sin vida de una de las tres desaparecidas.

Pero luego tenemos que oír, una y otra vez, la gilipollez de que "no todos los hombres son así", me cago en mi puta calavera, mientras yo vivo aterrada porque un pirado de mierda puede meterse en mi coche y dejar a mis hijos sin su madre.

"No todos somos así".

¡YA LO SABEMOS, JODER!

No necesitamos que vengáis, una y otra vez, a explicarnos que "not all men".

Pero a ver si se os mete en la cabeza, de una puta vez, que el problema no es que "todos los hombres seáis unos violadores"... El problema es que TODAS LAS MUJERES tenemos que vivir con miedo.

Atentamente,

Una cualquiera, entre todas.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento