Parálisis en la firma de hipotecas, desplome de la banca en las bolsas, la inseguridad jurídica se apodera del mercado. Todo eso y más ha supuesto la errática sentencia del Tribunal Supremo y su posterior marcha atrás. Institución que se ha permitido el lujo de mantener la incertidumbre hasta el 5 de noviembre, en apariencia ajena a la magnitud del desaguisado por ella provocado. La pérdida del sentido de la realidad ha convertido su proceder en un supremo disparate.
OPINIÓN24.10.2018 - 07:10h
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