Con la mitad de folios que en la investidura fallida y el doble de humildad, Rajoy se mostró renovado y declaradamente abierto al diálogo y a negociar todas las decisiones. Con tres ofertas de pacto; pensiones, educación y  financiación autonómica. Nada que lograra mover un músculo en los escaños del independentismo catalán, tampoco la cumbre de presidentes autonómicos para revisar el modelo. A todo le puso carácter inmediato, también a la consecución de un gran acuerdo  social. Es el anverso de cinco años de rodillo, aunque sin renunciar a la autocomplacencia. Sabe que su investidura esta vez prosperará, por eso, al final, no resistió la tentación de vender su patriotismo recordando  que al PP le convenían  las terceras elecciones pero que a España no. Sánchez dijo que votará que no en la primera  y que el sábado será otro día. Para darle emoción.

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