CARMELO ENCINAS. DIRECTOR DE OPINIÓN DE '20MINUTOS'
OPINIÓN

Casado emula a Houdini

El presidente del PP, Pablo Casado (derecha), junto al secretario general de su partido, Teodoro García Egea (izquierda).
El presidente del PP, Pablo Casado (derecha), junto al secretario general de su partido, Teodoro García Egea (izquierda).
Emilio Naranjo / EFE
El presidente del PP, Pablo Casado (derecha), junto al secretario general de su partido, Teodoro García Egea (izquierda).

"¡Esas caritas el domingo!", clamaba al final de la campaña el vicesecretario de Relaciones Internacionales de Vox, Iván Espinosa de los Monteros en olor de multitud. "¡Lo que vamos a disfrutar el domingo con los progres!", añadió en un tono macarra impropio de su pomposo apellido. Dijo "progres" por no decir "rojos", apelativo que suelen aplicar a esos enemigos de "su España" que creen ver hasta debajo de las piedras.

La noche de autos, Espinosa de los Monteros tuvo que comerse sus palabras viendo las "caritas" sonrientes de los "progres" gracias, en gran medida, al destrozo que ocasionó a las expectativas electorales de la derecha la irrupción de su partido en la escena política. Es obvio que sin la fragmentación que ha supuesto Vox en ese ala del espectro político, Pedro Sánchez no habría alcanzado la holgura parlamentaria de la que hoy disfruta hasta descartar cualquier otro posible candidato a la Presidencia del Gobierno.

Ese favor histórico a la izquierda pesará siempre sobre las espaldas de la formacion que lidera Santiago Abascal y también sobre quienes le votaron que, en la próxima cita con las urnas, igual se lo piensan mejor. Esto no quiere decir que Vox no ejerza su legítimo derecho a concurrir a unas elecciones por huecos que fueren sus postulados y provoquen el efecto que sea en el tablero político. Ellos, en su delirio, esperaban comerse el mundo y alcanzar los 70 escaños. Se quedaron en 24 que, aunque objetivamente sea un resultado más que apreciable, muy poco podrá contribuir a los intereses del agitador norteamericano de ultras Steve Bannon y su descarada cruzada para debilitar Europa.

Que Vox haya fragmentado el voto no resta responsabilidad por sus errores a la dirección del PP, que operó un bandazo a la derecha hasta comprarle el discurso a Abascal. El pato lo ha pagado, de momento, Javier Maroto, a quien han retirado como jefe de campaña, aunque fue el propio Aznar y sus radicales de Faes quienes abdujeron a Pablo Casado desde que asumió la presidencia del partido desdibujando la imagen de político moderado de la que gozaba ante la opinión pública.

La debacle del domingo ha obligado al PP a reaccionar en estado de shock y corregir su deriva ante la inminencia de unas elecciones locales, autonómicas y europeas que no pueden permitirse el lujo de perder con igual estrépito. Disponen solo de tres semanas para marcar diferencias con Vox y recuperar el electorado de centro al que abandonaron inmisericordes. Casado ha empezado por dirigirse a ellos como la "ultraderecha" y llamar "socialdemócratas" a los de Ciudadanos. Un millón seiscientos mil votos les birlaron los ultras y un millón cuatrocientos mil los de la formación naranja. Ahora, y para que no haya duda alguna del espacio al que pretende retornar, el lema del PP será "Centrados en tu futuro". Un giro tan dramático al centro desde la derecha pura y dura para enfrentarse a las urnas en tres semanas exige un ejercicio extraordinario de contorsión política no exento de riesgo en los ligamentos. De lograrlo en tiempo récord, Pablo Casado será un digno émulo del Gran Houdini.

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