CARLOS G.MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

En España no somos racistas

Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.

Un amigo que vive desde hace años en Inglaterra me contó el otro día que se vuelve a España porque después de lo del Brexit hay barra libre de racismo. Dice que lo que están viviendo allí los inmigrantes no pasa en nuestro país, ni de casualidad.

No sé, quizás fuera casual lo de la noche en la que me encontré de madrugada a unos chavales latinos sentados frente a un portal, escuchando música con el móvil. Un vecino les echaba la bronca, advirtiéndoles de que en su país igual no había normas, pero en España sí. No es importante, pero puede que esos chicos fueran españoles. Ha llovido mucho desde que los de mi generación compartimos aula con los hijos de los inmigrantes recién llegados, esos que, casualmente, algunos dijeron que retrasaban el nivel de estudios. Sus padres vinieron a España en busca de la oportunidad que no encontraban en su país, como mi amigo en Inglaterra, aunque quizás no trajeron un título universitario. Pero no hay inmigración de primera y segunda clase, ¿verdad?

Quizás sí porque los que llegaron en los 90 a España cubrieron parte del sector servicios y parece que se han quedado ahí como gremio. Ya a nadie le extraña ser atendido por un camarero inmigrante, ni que, casualmente, su jefe sea español. Será una casualidad que algunas de las personas que se ofrecen para trabajar en esos sectores resalten la nacionalidad española como cualidad. Igual de fortuito que lo de que muchas mujeres inmigrantes se encarguen de trabajos de limpieza y cuidado en hogares sin contrato. Hay casos en los que deciden no meterse en el lío porque perderían dinero, pero algunos de los que contratan no les dan la opción porque a la mínima se marchan a trabajar a otra casa (los españoles no nos cambiamos de trabajo cuando nos sale algo mejor).

Quizás los nietos de esos inmigrantes lleguen a ser nuestros médicos, abogados, políticos y profesores. Los hijos parece que aún no se encuentran en entornos laborales universitarios, ni en los de ocio, pero será casualidad. O igual es que ellos no quieren integrarse y por eso convierten barrios en guetos.

Cuesta sentirse parte de un país cuando llamas a algunos anuncios de pisos en alquiler y te preguntan si eres español. O al ver por la calle a la cantidad de personas sin hogar que piden ayuda especificando que son españoles. También pone la zancadilla que en la televisión se cuente la presencia latina con los dedos de una mano, igual que lo de estar casi desaparecido del sector cultural.

Es difícil sentirse igual que el resto de los españoles cuando todos sabemos a lo que alguien se refiere cuando escuchamos la palabra “panchito”. Pero tiene que ser todo casualidad porque en España no somos racistas. Para nada.

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