Se acerca el 8-M con un guion bien escrito para las mujeres, pero algo más difícil de interpretar en el caso de los hombres. Muchos dicen que no está claro cómo hay que comportarse para mostrarse del lado del feminismo el próximo viernes. ¿Hacer huelga es apropiarse de una causa que no les pertenece? ¿No ir a la manifestación es ignorarla y ser un machista? ¿Cubrir el puesto de una mujer significa ser un esquirol?
Menos dudas tienen desde las comisiones de organización de grupos no mixtos que negarán el saludo a los hombres que se unan a la marcha. Como si la desigualdad no fuera un lastre de toda la sociedad que debe solucionar en conjunto. ¿Debemos hablar los hombres de feminismo o es momento solo de escuchar las reivindicaciones de las mujeres? La participación masculina en el debate de la igualdad parece que siempre levanta suspicacias, pero las dobles lecturas se hacen aún más en estas fechas.
Hay protestas por el altavoz que se está dando desde los medios a aliados feministas. También por los reportajes a las asociaciones de hombres que buscan el fin de la masculinidad tóxica a través de conversaciones en las que el fútbol y la política están vetados.
Estos grupos en auge quizás deberían hablar de que esos temas no son de interés exclusivo de machistas... Si hay un debate que los hombres debemos poner sobre la mesa es el de que todavía se equipara hombría a orientación sexual, como en las películas del destape en las que el macho ibérico babeaba detrás de las suecas.
El aprendizaje se inicia en el colegio, en el que si no juegas en el recreo al fútbol por algo será. De chaval tus colegas solo te dirán que eres "un máquina" si vas tirando fichas a diestro y siniestro en la discoteca, como corresponde a tu género. Si no igual te sueltan eso de "pensaba que eras gay", una apreciación (bueno, es más un juicio) que pocos se libran de escuchar en cuanto dejan asomar un rasgo de esos que no cuadran con el estereotipo del hombre.
Lo que sí que no cuadra es que una gran parte de nuestra sociedad aún asocie género a sexualidad. Y lo que ya rompe cualquier lógica es que ser gay aún signifique ser menos hombre. ¿La masculinidad mal entendida es parte de la lucha feminista? Sí, y también es el origen de muchos comportamientos machistas.
¿El 8-M es el momento idóneo para poner los problemas que conlleva el machismo en los hombres en la primera línea del debate? No. Es la seguridad de las mujeres la que puede cambiar en función de quién gane las elecciones. Por eso es más necesario que nunca que se escuchen las voces de un género que históricamente se ha silenciado alzándose contra el machismo.
El próximo viernes los hombres debemos amplificar las reivindicaciones de las mujeres y no permitir que nadie les haga bajar el volumen.
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