CARLOS GARCÍA MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

Dani Mateo y el discurso de la ofensa

Captura de un momento del programa 'El Intermedio' en el que aparece Dani Mateo junto a la bandera española.
Captura de un momento del programa 'El Intermedio' en el que aparece Dani Mateo junto a la bandera española.
LA SEXTA
Captura de un momento del programa 'El Intermedio' en el que aparece Dani Mateo junto a la bandera española.

Lo que no tiene ninguna gracia del sketch de Dani Mateo es el dinero que nos cuesta a los contribuyentes que se juzgue si la sátira es un delito. Además, que todos sabemos que su visita a Plaza Castilla se quedará en un tirón de orejas como cuando los chistes fueron de Franco o del Valle de los Caídos.

Llueve sobre mojado para el presentador, aunque no estaría de más que le diera una vuelta a su contribución a esta pantomima del discurso de la ofensa y sus consecuencias. Atacar valores, sentirse señalado y avivar linchamientos es una moda del siglo XXI, revival de tiempos remotos, de la que no se libra ni la derecha ni la izquierda.

Poco importan las disculpas posteriores, que se consideran sin valor y solo una parte más del espectáculo. Tampoco apagan la polémica las visitas a los juzgados (en los que puede acabar cualquiera con cuenta de Twitter), de los que se espera que eliminen la subjetividad de la ofensa. Eso es difícil porque suele ser una de las condiciones de ese sentimiento cuyo recorrido también es de lo más lineal.

La ofensa también es efectista, sobre todo cuando los argumentos flaquean; los del respeto que merece la bandera española, lamentablemente, aún lo hacen para una parte de la sociedad. Fuera de nuestras fronteras quizá cueste entenderlo, pero aquí no sorprende a nadie la creencia de que los símbolos de España son de los de la derecha y a parte de la izquierda no la representan.

De ahí que pocos se hayan mostrado ofendidos al ver en la cuenta de Instagram de Pablo Casado una bandera ondeante mientras hace campaña gritando que más les vale a los inmigrantes, esos que llegan muertos de hambre y sin ninguna otra elección, adaptarse a las costumbres occidentales y respetarnos para disfrutar de las ayudas sociales. Ningún tuitero ha escrito lo mucho que le indigna que el líder del nuevo Partido Popular asocie el símbolo de España a un discurso que se acerca a las líneas rojas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En nuestro país hace falta educar en la bandera. Enseñar que hace más de 40 años que desapareció el aguilucho y que ahora no es solo de la derecha. Es un símbolo que nos une a todos. La realidad es que no lo hace, y eso evidencia la gran crisis que sufre la paz social. Respiramos en las calles un vergonzoso ambiente de extremos, de exaltaciones y de peleas que ya han llegado hasta el Congreso. Esto sí que no tiene ninguna gracia.

Tenemos que reflexionar como sociedad antes de que decepcionemos más a la historia de un país al que le costó mucho dejar de estar dividido en dos bandos. Es urgente alejar el discurso de la ofensa y buscar el diálogo que, si no nos une, al menos no nos separa. Quién sabe, quizás entonces hasta se puedan hacer bromas...

Mostrar comentarios

Códigos Descuento