El 22 de enero, Rajoy declinaba -es decir, rechazaba- el ofrecimiento del Rey de ser candidato a la Presidencia del Gobierno. Seis meses después, Rajoy está cerca de declinar por segunda vez, según insinuó ayer él mismo. Está estos días comprobando que, pese a que el PP tiene 14 escaños más que en enero, él sigue políticamente casi tan solo como entonces. Ha logrado una hipotética e insuficiente abstención en una segunda votación de los 32 escaños de Ciudadanos, y nada más. La abstención que buscaba, la del PSOE, no la tiene “a día de hoy”, pese a las muchas presiones del PP. El PSOE quiere hacerle pasar por la segunda declinación o por una investidura fallida. Lo que “a día de hoy” no está claro es para qué. Si para que vea Rajoy que la abstención socialista no va a ser gratis, tendrá un altísimo precio, o si para in-tentar de nuevo Sánchez su propia investidura.

Noviembre es de cobardes.

¿Una puerta entreabierta?

Acelerar el trámite.

La filigrana.

¡Abajo el rey Ricardo!