OPINIÓN

La política y la gestión

Urna para votar en las elecciones generales.
Una persona depositando una papeleta en una urna durante unas elecciones.
GTRESONLINE
Urna para votar en las elecciones generales.

No desespere: si a usted le gustan las campañas electorales está de enhorabuena. El calendario nos dice que las elecciones generales deberán ser convocadas en los últimos meses de 2023 o, apurando mucho la normativa, en los primeros meses de 2024. Pero no descarte aquel lector al que le apasione la política que nos llamen a las urnas mucho antes.

Si se revisa la prensa de los últimos días se encontrará sin gran dificultad una larga lista de avisos, insinuaciones y hasta manifestaciones evidentes de que el runrún electoral ya ha empezado. Llegar al ecuador de la legislatura (este mes de noviembre ya lo hemos alcanzado) ha sido motivo suficiente para que todos los bólidos de nuestra política hayan encendido sus motores. Nadie quiere que un aviso por adelantado le pille desprevenido.

Así, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha iniciado su precampaña personal –muy, muy personal– en Valencia, reuniendo a otras dirigentes políticas para ordenar la ignición de una pretendida plataforma que reúna a todo aquello que está a la izquierda del PSOE. De inmediato, el sector PSOE del Gobierno ha respondido con otro impacto izquierdista, al pactar con los sindicatos y castigar a los empresarios en el plan para las pensiones.

En paralelo, el exjefe de Podemos y el exjefe de gabinete de la Moncloa han coincidido el mismo día –y a la misma hora, en estéreo– en anunciarnos una casi inevitable convocatoria adelantada de elecciones generales. Lo han hecho en su nueva calidad de analistas políticos mediáticos. Pero nada de esto es nuevo. Por algún motivo, en España vivimos en campaña electoral permanente. Nuestros dirigentes parecen disfrutar más de mitin en mitin que gestionando nuestras cosas, aunque nuestras cosas sean bastante más importantes que los mítines.

Para explicar estas pasiones desmedidas por las campañas, en el mundo anglosajón se utilizan dos palabras muy parecidas, pero de significado diferente: politics y policy. Cuando hablan de politics se refieren a la tarea que realiza un político en el intento de alcanzar el poder y, en su caso, de mantenerlo. Cuando utilizan el término policy hacen referencia a la gestión de los asuntos públicos. O, dicho de otra manera, cuando hablan de gobernar. En España hacemos mucha más politics que policy. Nuestros dirigentes manejan mejor las claves de la controversia política que de la gestión.

De manera que conviene prepararse para emociones fuertes en los próximos meses. No descarten un adelanto electoral en Andalucía o en Castilla y León, como ya lo hubo en Madrid. Y guarden fuerzas para la campaña de las generales, porque caben dos opciones: o se convocan antes de tiempo y la fiesta empieza de inmediato, o se agota la legislatura y nos pasamos los dos años que faltan en una precampaña inacabable y agotadora. Elijan.

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