OPINIÓN

La moción y el protagonismo

Pedro Sánchez, este miércoles en la primera jornada de la moción de censura de Vox.
Pedro Sánchez, este miércoles en la primera jornada de la moción de censura de Vox.
Pedro Sánchez, este miércoles en la primera jornada de la moción de censura de Vox.

La experiencia nos ha hecho concluir que no podemos tener la lógica aspiración de disponer de gobernantes eficientes en todos los ámbitos de las administraciones públicas. Solo ocasionalmente encontramos dirigentes eficaces y fiables, que pongan su obligación como gestores de los asuntos municipales, autonómicos o nacionales antes que la dedicación del talento del que dispongan al servicio de la política de vía estrecha, consistente en ganar batallitas de titular efímero e importancia nula. Todo aquello que importa poco suele tener un enorme predicamento.

No prospera en España la meritocracia. No, al menos, en la actividad política. Y uno de los efectos prácticos es el uso deficiente del Parlamento. La progresiva subdivisión de los grandes partidos –PSOE y PP– en una miríada de fuerzas políticas más encogidas –PSOE, PP, Vox, Podemos, Ciudadanos, Más País– no ha aportado brillantez oratoria a las cámaras. Sí ha traído un uso desbocado de las palabras gruesas y muchas ganas de protagonismo desde la tribuna.

"En los últimos tres años ya llevamos tres mociones de censura"

El último ejemplo es la moción de censura cuyo debate se inició ayer y que termina hoy con la votación. En los primeros cuarenta años de legislatura solo se hizo uso de esta herramienta constitucional en dos ocasiones. Pero en los últimos tres años ya llevamos tres mociones de censura. Este es el único mecanismo legal que permite cambiar gobiernos sin pasar por las urnas

Pero ninguno de los cinco dirigentes políticos que presentó una moción lo hizo dando por hecho que la ganaría. Ni siquiera Pedro Sánchez, que se encontró con una victoria que al principio no esperaba. Su objetivo –como el de Felipe González contra Suárez, el de Hernández Mancha contra González y el de Pablo Iglesias contra Rajoy– fue engrandecer su figura política asumiendo que perdería, en la esperanza de que la derrota de hoy le permitiera ganar mañana.

"La moción ha permitido a Sánchez disfrutar del ámbito en que más cómodo se encuentra: el choque dialéctico"

Vox disfruta esta semana de sus dos días de gloria. Gloria compartida, porque cuando se plantea una confrontación, la otra parte también dispone de su cuota de pantalla. La moción de censura de Santiago Abascal ha concedido a Sánchez la opción de disfrutar del ámbito en el que más cómodo se encuentra: mejor en el choque dialéctico en el Congreso que en la gestión de los problemas del país. Al Gobierno se le alivia la disputa cuando el contraste lo tiene que realizar con la derecha trumpista de Vox.

En esa batalla, ni PSOE ni Podemos tienden a perder un voto, más bien lo consolidan, porque nada recompone y compacta más a la izquierda y a la extrema izquierda que dar como seguro que es necesaria una "alerta antifascista", como calificó Pablo Iglesias la irrupción de los de Abascal en el ámbito institucional.

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