OPINIÓN

Gestionar la oposición

AMP.- Reconstrucción.- Casado acusa al Gobierno de 'sectarismo ideológico' por e
Pablo Casado.
PP
AMP.- Reconstrucción.- Casado acusa al Gobierno de 'sectarismo ideológico' por e

Cuando Pedro Sánchez ganó la moción de censura frente a Rajoy hace dos años, formó lo que el propio líder socialista denominó conmovedoramente como un "Gobierno bonito", que es tan fatuo y petulante como llamarse guapo a uno mismo. Pero también refleja autoestima y capacidad para soportar, sin mover un músculo, cualquier golpe que se pueda recibir, por doloroso que sea.

Enfrente, Pablo Casado no ha conformado todavía una oposición suficientemente bonita como para acoger a una masa de votantes que le aúpe al poder. Durante algunas semanas, en medio de la calamidad sanitaria, el líder de la oposición pudo soñar con una caída abrupta del Gobierno. Y desde Moncloa, con esa destreza con la que manejan las verdades a medias, se lanzó la exitosa especie de que "el PP quiere derrocar a Sánchez". Casado no lo ha conseguido, suponiendo que lo haya deseado. Y tampoco hubiera sido factible, porque no puede haber elecciones al menos hasta final de año, según establece la Constitución.

Casado no ha conformado todavía una oposición suficientemente bonita

Con este paisaje político, el PP ha tenido (y tendrá) que gestionar su labor haciendo equilibrios en el dilema más antiguo de la democracia: ¿qué debe hacer la oposición frente al Gobierno?

Allá por 1841, el primer ministro británico Edward Stanley se enfrentó a sus adversarios en la Cámara de los Comunes diciendo que "la labor de la oposición es muy simple: oponerse a todo y no proponer nada". Esta es una opción. La otra es plantar cara, aunque solo sea en determinadas ocasiones, a la inevitable tentación de decir siempre "no es no", evitando de esa forma emular a Pedro Sánchez, el virtuoso de tal estrategia política.

La otra opción es plantar cara a la tentación de decir siempre "no es no"

De ahí que en los últimos días hayamos asistido a juegos florales tan inusuales como que el PP vote a favor de varias propuestas de Gobierno. Y ello, a pesar de estar en plena campaña para las elecciones vascas y gallegas. Y a pesar, también, de que el Gobierno parece sentirse más cómodo en la reyerta que en el pacto. 

Porque en esos mismos días, hasta la lenguaraz Cayetana Álvarez de Toledo tuvo que pedir la palabra en el Congreso para recordar a la bancada de la izquierda que el PP iba a votar a favor del Ingreso Mínimo Vital. Lo hizo después de que la portavoz socialista lanzara un discurso incendiario contra la derecha. Y, poco después, la ministra María Jesús Montero llego a decir en un mitin que "Feijóo representa a la ultraderecha en Galicia". Se ve que la ultraderecha abarca cada vez más territorio. 

Pero Casado ha debido concluir que lo último que le interesa es llegar al poder justo ahora. Porque si lo hiciera se vería obligado a gestionar un hundimiento económico sin precedentes. Si Bruselas exige recortes, Casado prefiere que los hagan Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

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