¿Un mínimo mundial del 15% en la tributación empresarial? El G7 podía haber estado a un paso de hacer historia al poner a 7 potencias mundiales de acuerdo y lograr, por fin, que las grandes corporaciones paguen su parte justa. La falta de voluntad política y los grandes intereses empresariales lo han hecho esquivo.

Y ahora la historia se repite. Noventa años de un sistema fiscal injusto, diseñado a principios del siglo XX para favorecer los intereses de quienes ya entonces dominaban el comercio internacional. Tres décadas de competencia feroz entre países que han rebajado casi a la mitad el impuesto de sociedades. Y diez años desde que los líderes mundiales anunciasen el fin de los paraísos fiscales y la refundación del capitalismo.

Durante este tiempo, hemos visto cómo grandes empresas han logrado la cuadratura del círculo, multiplicar su beneficio, pero dividir su contribución fiscal. Ante la casi impávida mirada de estos líderes.

Por eso este acuerdo no será histórico, porque el 15% solo es alinearnos con paraísos fiscales como Irlanda o Singapur. No será suficiente porque recaudará un tercio de lo que se podría lograr si se situara en un nivel de ambición superior (solo a nivel europeo, serían 50.000 millones de euros al 15% contra 170.000 al 25%). Tampoco será justo. El 60% de los ingresos adicionales generados por esta iniciativa irán a parar a los países G7, que apenas representan el 10% de la población mundial. Y seguirá siendo controvertido, porque algunas de las grandes tecnológicas como Amazon podrían quedar fuera. Sin mencionar que en cuanto el acuerdo se ponga en marcha, España tendrá que renunciar a la tasa Google y los ingresos generados.

Mucho ruido, pero menos nueces de las que merecemos a estas alturas del viaje y de la historia.