Uno de los marrones a los que se enfrenta el nuevo Gobierno está muy por encima de las ideologías.
En Europa es habitual que los trabajadores coticen y aporten dinero a sus planes de pensiones privados, mientras que en España el sistema se nutre de las aportaciones de todos y lo privado no se consolida.
Los que trabajan financian las pensiones y cuanto menos sean y más vivamos, menos dinero hay.
Los jubilados europeos suelen tener tres vías de ingresos: la pensión pública, el plan de empresas y el de ahorro personal.
Nosotros renunciamos a 2 de las 3 y muchos mayores no pueden disfrutar una época que se han ganado con el sudor de su frente.
¿Habrá que fomentar el ahorro con ayudas fiscales y planes nacionales?, ¿Incentivar a las empresas para que tengan atractivos planes de pensiones en sus ofertas de trabajo?, ¿Reactivar el Pacto de Toledo?
No es que las pensiones representen el 11% del PIB, es que el modelo está colapsando y los políticos no deciden si reformarlo, importar otro, o apostar por un sistema público-privado. La Constitución defiende las pensiones y España no puede permitirse que reaccionen tarde.
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