Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Mafalda, mi primera feminista

Mafalda
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QUINO
Mafalda

Comencé a leer a Mafalda con apenas 12 años, un libro de esos que reunían una década de historias de la pequeña rebelde. En esa época no entendía muchas de sus viñetas o por lo menos no como las entiendo ahora, pero me hipnotizaban, me encantaban. Mafalda hablaba de cosas graves, que por aquel entonces yo apenas comprendía, como la corrupción o la guerra, y aun así me fascinaba. 

Hoy sigo releyendo el mismo libro, sobado y con las tapas sucias y arrugadas. Hoy entiendo los chistes y las historias, pero, sobre todo, comprendo por qué me gustaba tanto. Mafalda era una niña que hablaba con voz propia de cosas serias, relevantes. Era protagonista. Ella y su nombre aparecían en la portada mi libro. Una aspirante a mujer culta destinada a hacer cosas grandes, a pasar a la historia. Lista, independiente, con ideas propias y claras, que veía el mundo desde sus ojos y a la que se escuchaba. Quino la escogió a ella, una voz femenina para analizar y criticar la realidad.

"A través de las charlas con su compañera Libertad, la única más liberal que ella, aprendí qué es la sororidad"

Para mí, una niña feminista, cuando esa palabra en los años 60 estaba casi sin estrenar, que se rebelaba ante las aspiraciones de su amiga Susanita, cuyo único sueño era ser madre y esposa, que abría los inocentes ojos de Miguelito, que discutía la simplicidad de Felipe, admirador del llanero solitario, que luchaba contra el conservadurismo y materialismo de Manolito. A través de las charlas con su compañera Libertad, la única más liberal que ella, aprendí qué es la sororidad.

Por esa época, eran muy pocas las protagonistas de cómic femeninas. Gracias, Quino, por ponernos un altavoz tan pequeño y a la vez tan grande, por crear a la heroína eterna, la de mi infancia, mi adolescencia y la de hoy. D.E.P. Quino, y larga vida a Mafalda, larga vida al feminismo.

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