
No seré yo quien ponga en duda la dificultad de una profesión como la de equilibrista, flotando en el abismo. Es un oficio que domina el Gobierno en estos tiempos: nos aconseja quedarnos en casa mientras nos permite visitar a familiares y allegados, se centra en preservar la salud mientras trata de mantener medio lleno el bolsillo y promete no pactar con Bildu para hacerlo después con el argumento y sueño de cualquier equilibrista, asegurar la estabilidad. El peligro del oficio es que a poco que te despistes sobre tu alambre... hostia, con perdón.
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