OPINIÓN

El turismo rural se crece frente al coronavirus

  • Ana Alonso es Directora de Relaciones Institucionales de EscapadaRural.com
Cangas del Narcea. Zona rural. Montes. Turismo Rural. Concentración parcelaria.
Cangas del Narcea.
EUROPA PRESS - Archivo
Cangas del Narcea. Zona rural. Montes. Turismo Rural. Concentración parcelaria.

La pandemia ha puesto nuestro mundo patas arriba. Nos ha arrebatado a los que más queríamos y está cambiando nuestros usos y costumbres. Ha provocado un panorama devastador en la economía nacional, afectando a todos los sectores productivos, pero cebándose de manera especial en el turismo. En los siete primeros meses del año el número de turistas que visitaron España disminuyó un 72,9% respecto al año pasado y apenas superaron los 13 millones, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Las cifras son desoladoras y evidencian una brutal caída de la actividad turística, con el consiguiente desplome de ingresos.

Frente a esta triste realidad, el comportamiento del turismo rural ha puesto el contrapunto con los buenos datos de ocupación registrados este verano y el optimismo que muestra el sector de cara al último trimestre del año. De hecho, según datos registrados en nuestra plataforma EscapadaRural.com, la ocupación media nacional en turismo rural los meses de julio y agosto ha sido del 54%, 14 puntos más que en el mismo periodo de 2019.

Sin duda la pandemia ha provocado un cambio en las costumbres vacacionales de los españoles. Hemos optado por los pueblos, por la naturaleza, por los entornos rurales lejos de las aglomeraciones y donde el azote directo del virus ha sido más bajo. El miedo al coronavirus y los rebrotes han hecho que muchos ciudadanos abandonásemos los planes para viajar fuera del país, huyendo de lugares masificados, para descansar y disfrutar de nuestras vacaciones en destinos de proximidad. Y todo, precisamente, el año en el que la Organización Mundial del Turismo (OMT) elige el lema ‘Turismo y Desarrollo Rural’ para celebrar hoy el Día Mundial del Turismo, una manera de crear conciencia sobre la importancia de defender las zonas rurales y estudiar el papel del turismo en el desarrollo rural.

Hace unos meses jamás hubiéramos imaginado que una pandemia iba a trastocar nuestra realidad y que este inesperado acontecimiento iba a cambiar el devenir del mundo. Tampoco hubiésemos sospechado que el turismo rural sería la opción preferida y elegida por viajeros que, en otro contexto, nunca hubiesen elegido como destino los municipios que conforman esa España vaciada. El turismo rural y de interior han tomado la delantera, y se ha visto cómo desde el inicio de la ‘nueva normalidad’ llegaban consumidores que en un mundo sin coronavirus no hubiesen priorizado este tipo de turismo. Creo que el sector puede convertir esta crisis en una gran oportunidad porque ahora más que nunca muchos españoles están descubriendo el mundo rural a través del turismo.

Y este descubrimiento debe servir para que las vacaciones en el campo o la montaña no se conviertan en una opción residual y puntual en un contexto de crisis sanitaria, sino que pasen a encabezar la lista de preferencias para el viajero al margen de la pandemia. Pero no solo esto. El turismo debe ser un escaparate para dar a conocer los destinos vacacionales, pero es el momento de que también sea la ventana que nos asoma a una nueva opción vital fuera de las urbes. El turismo rural nos muestra lugares a los que escaparse, pero también en los que se puede conseguir una calidad de vida, cuya puesta en valor viene de manos de un virus que nos ha confinado durante meses en casa, trabajando en remoto.

Nuestro sector cumple una misión que va más allá del mero retorno económico por cada visitante, ya que debe ser un medio eficaz para auspiciar el desarrollo rural y dar oportunidades que reviertan el problema de la despoblación. Estoy convencida de que la crisis sanitaria y el consiguiente tirón del sector turístico es una oportunidad para hacer frente a los crecientes desafíos de esa España vacía. En definitiva, la cara amable del coronavirus, si existe alguna, ha creado un nuevo escenario donde el teletrabajo es posible y eficaz, abriendo nuevas oportunidades laborales a los ciudadanos que quieren trasladarse a vivir al campo.

Este retorno al mundo rural por la pandemia en búsqueda de espacios más seguros es ya una realidad que está aumentando el padrón de pueblos dispersos por todo el país. No son casos puntuales restringidos a determinadas zonas geográficas. Son muchos los ejemplos que llegan a mis oídos de ciudadanos y familias enteras que han optado por migrar a un pueblo, pero también tengo noticias de que las dificultades de conexión a internet han lastrado el interés de otras muchas.

El anhelado cambio de filosofía laboral de empresas que están apostando por el teletrabajo frente a la crisis sanitaria puede servir de impulso al mundo rural si conseguimos frenar el importante déficit tecnológico en relación a la conectividad. Todavía es frecuente encontrarse en los núcleos rurales zonas con muy poca accesibilidad a internet y redes sociales. Sin olvidarnos también de que la calidad de vida en el entorno rural no solo precisa que el usuario tenga acceso a internet, sino que requiere de la dotación de infraestructuras y servicios básicos como hospitales y escuelas.

Entiendo que el turismo rural tiene un escenario de oportunidades frente a él, y debe saber reinventarse. La pandemia nos ha permitido poner en valor la salud y el sistema sanitario, nos ha obligado a teletrabajar, nos ha hecho echar de menos la naturaleza, la vida tranquila, los entornos rurales... Tenemos una gran oportunidad para que el mundo rural esté en el epicentro de esta metamorfosis y debemos aprovecharla, y reivindicarla hoy más que nunca.

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