Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La contradicción de Pablo Motos en su defensa de Will Smith

Pablo Motos defendiendo a Will Smith
Pablo Motos defendiendo a Will Smith
Atresmedia
Pablo Motos defendiendo a Will Smith
"Que quede claro que la violencia siempre injustificable y que ha metido la pata", afirmó el presentador.
Wochit

"A lo mejor, colapsas y decides dar un bofetón en público". Pablo Motos intenta ponerse en el lugar de Will Smith mientras conversa en el debate de El Hormiguero sobre la bofetada del actor a Chris Rock en plena ceremonia de los Oscar. Es la polémica del día y tampoco el programa de Trancas y Barrancas parece querer desaprovechar la oportunidad de comentar el asunto. Incluso da la sensación de que Motos siente la necesidad de dar su comunicado oficial al respecto, ya que siempre recalca su amistad con el ex 'Príncipe de Bel-Air'. Pues también hoy, que para eso están los amigos. 

En su reflexión, el presentador insiste, en varias ocasiones, que la violencia no tiene justificación. Pero, a la vez, termina justificando la violencia de Smith. Es la paradoja del tiempo en el que vivimos. Somos contradictorios. Eso ya lo sabíamos. Aunque, ahora, somos contradictorios en milésimas de segundos.

No hay ni tiempo de acabar el argumento de que la violencia es inadmisible y se empiezan a alegar causas que pretenden sutilmente hacer la torta admisible. Todo en un show de luz, risas y color para divertir a toda la familia. 

Porque hasta en El Hormiguero ya existe mesa de debate. Ni siquiera uno de los programas más creativos y mejor producidos de la televisión actual se libra de la tendencia de la tertulia espectáculo. Hemos entrado en un infotainment constante en el que ya todo está a debate. Y esta situación puede llegar a ser perversa. Porque no, no todo es debatible. La violencia no es debatible. Los derechos humanos no son debatibles. 

"Hemos entrado en un infotainment constante en el que ya todo está a debate. Y esta situación es perversa."

No todo es refutable. No todo es rebatible. Sin embargo, a veces, en la tertulia sin tregua a la que asistimos se opta por crear posiciones opuestas imposibles y se puede terminar defendiendo lo indefendible. Disculpar y normalizar puntos de vista nocivos entre risas legitima comportamientos sociales tóxicos. Como consecuencia, un debate de entretenimiento puede desvirtuar el compromiso con la convivencia. Se olvida la responsabilidad que hay detrás de aquello que se especula a la ligera en prime time. Porque al horario de máxima audiencia se le debería pedir más que a una conversación de barra de bar. 

Por suerte, la gente por lo general cuando colapsa no suele decidir pegar un bofetón a nadie. Ni en público ni en privado. La calle no es la tele, ni Twitter, ni Hollywood. En la calle la realidad diaria, cruda y compleja todavía entiende que si queremos porvenir, al final, hay que debatir menos y escucharnos más.

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