Mi encuentro con la artista más top del momento ha sido casual, una cuestión de suerte y la demostración de que las cosas se pueden hacer bien: sin tonterías ni divismos.

Hace unos días vi a través de Twitter que Rosalía iba a hacer una exclusiva firma de discos en Madrid. Solo 100 personas serían las afortunadas en conocerla y serían escogidas a través de un sorteo. ¡Tuve mucha suerte!

Estos eventos suelen ser caóticos y a los fans no siempre se les trata bien: nos pueden las prisas, se contagian los nervios, reina el caos... Hasta la fecha, me ha tocado ver y leer de todo: artistas que desprecian a sus fans, miembros de seguridad que se exceden, horas de espera y descontrol. En este caso todo fue genial.

Rosalía quería conocer a sus seguidores dedicándoles minutos de calidad mientras escuchaba sus impresiones sobre Motomami, su nuevo disco, y nos regaló un momento único que recordaremos para toda la vida. Era su deseo, su equipo lo sabía y todos pusieron de su parte para que sucediese. ¿No es esto lo que todos los artistas deberían hacer? ¿Tratar bien a sus fans? Es una cuestión de marketing pero también de humildad y profesionalidad. Poco me equivoco cuando digo que los realmente talentosos y los que son verdaderas estrellas son siempre los mejores.

Gracias a Rosalía nuestro acento y nuestras raíces están llegando a todos los rincones del mundo y, aprovechando que se está celebrando la Conferencia sobre el Futuro de Europa y que todos podemos participar en ella aportando nuestras ideas, yo quiero contribuir con la mía: abracemos nuestras diferencias como culturas distintas y exportemos con orgullo y humildad nuestros talentos al resto de los países de la Unión. Los americanos son expertos en esto y nosotros, más allá de Eurovisión, ni siquiera conocemos a ‘las Rosalías’ de los países vecinos.