Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Decisión injustificada

El presidente, Pedro Sánchez, durante su intervención en la presentación del plan de internacionalización de la economía española.
El presidente, Pedro Sánchez, durante su intervención en la presentación del plan de internacionalización de la economía española.
JAVIER LIZÓN / EFE
El presidente, Pedro Sánchez, durante su intervención en la presentación del plan de internacionalización de la economía española.

El presidente del Gobierno se apresta a tomar la decisión más comprometida de toda la etapa democrática. El indulto a los políticos condenados por su participación en el complot independentista catalán, rebasa todos los límites de la polémica. Tendrá sus razones Pedro Sánchez, pero pocos españoles las comparten, excluidos los beneficiados y sus seguidores.

Es cierto que las condenas no pueden eternizarse y que los poderes siempre tienen que estar abiertos a revisarlas, a conceder paliarlas. Pero para eso es imprescindible que se den ciertas condiciones que justifiquen la actitud benevolente. En esta caso, no se dan, al menos hasta donde se sabe y se intuye. Sólo es explicable como un acuerdo político.

Los acuerdos políticos suelen ser decisivos a la hora de resolver conflictos que se eternizan. Para lograrlos es imprescindible que las dos partes cedan algo como contrapartida. En otro caso no procede hablar de acuerdo, sino de cesión o claudicación. En este caso concreto el indulto se intenta justificar como una fórmula para restablecer la concordia.

"El indulto a los políticos condenados rebasa todos los límites de la polémica. Tendrá sus razones Pedro Sánchez, pero pocos españoles las comparten"

Pero, según lo que estamos viendo se impone preguntar: ¿Existe predisposición recíproca para conseguir la concordia? A primera vista parece duduso. Estos días estamos asistiendo a las amenazas del nuevo Govern, incluidos su presidente y los líderes de los partidos que lo integran, de repetir los hechos. Quizás por otros cauces, no está claro.

El Tribunal Supremo, que rechaza de manera contundente la decisión que se anticipa, lo ha reflejado bien: no ha habido petición de perdón, ni arrepentimiento: por el contrario, sólo la afirmación, que cobra tintes desafiantes al Estado, de que su forma de pensar no ha cambiado y la intención de volver a intentarlo, tampoco.

Es de suponer que Pedro Sánchez y su entorno vean en la decisión una forma de garantizar la legislatura, que tan accidentada se presenta. Hasta ahora no han justificado las ventajas que deberían ser conocidas por los ciudadanos. Se trata de un tema muy sensible para la opinión pública. Desde luego, no cabe imaginar que al menos a corto plazo, le proporcione votos.

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