Encarna Samitier Directora de '20minutos'
OPINIÓN

Bailando con Battiato

Franco Battiato in concert
Franco Battiato en un concierto.
Angela Platania / Demotix
Franco Battiato in concert

Banderas a media asta en Catania, donde ha muerto Franco Battiato en Milo, a los pies del Etna; homenajes del presidente del Parlamento Europea, David Sassoli, de políticos y artistas... Italia está conmocionada por la muerte del más feo y más extraordinario de sus cantantes.

En España, a Franco Battiato se le odiaba o se le amaba. Sus detractores se lo han perdido. Porque ha sido un placer amar la música de ese tipo pálido, de nariz enorme y gafas de pasta que nos hizo bailar al son de sus letras metafísicas. En las semblanzas publicadas tras su tránsito, como a él le hubiera gustado decir, se ha recordado que Battiato fue músico, poeta, compositor de ópera, cineasta, autor de letras llenas de referencias culturales, asiduo a la meditación, amante de la charla tranquila.

Cuando escuchábamos ‘Perspectiva Nevsky’ no teníamos mucha idea de todo eso. Pero ahí estaba, transmitido misteriosamente, como las enseñanzas de sus maestros sufíes, por un artista heterodoxo, complejo y espiritual, que llenaba los estadios.

Diez mil personas bailamos con él, vestido con las hombreras imposibles de los ochenta, una noche de octubre memorable en La Romareda, con Héroes del Silencio como teloneros. No pensábamos entonces en cosas como su búsqueda constante o la experimentación que le llevó al éxito fuera de los caminos convencionales.

Simplemente, deseábamos encontrar, con él, el centro de gravedad permanente. Que no cambiaran, deseo cumplido, esas tres o cuatro cosas que deben ser inmutables.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento