Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Laura Borràs en el Reino de Oz

La presidenta del Parlament, Laura Borràs, en una imagen de archivo.
La presidenta del Parlament, Laura Borràs.
David Zorrakino - Europa Press
La presidenta del Parlament, Laura Borràs, en una imagen de archivo.

Probablemente fuera su voz amartelada de burguesa de tarde sin prisas en el Liceo de Barcelona. O quizá su sonrisa tímida de alumna aplicada de Filología Catalana antes de que le confundiera el contubernio del independentismo nativo. Tal vez fuera ese porte de niña bien esperando que alguien la invitara a bailar en la plaza del Diamante de Rodoreda. Lo cierto y seguro es que ahora que no comparto escaño con ella y la veo lucir palmito de presidenta del Parlamento de Cataluña, pienso que se ha ido sin despedirse, como Dorothy lo hizo entre ciclones y tempestades al Reino de Oz.

Como Dorothy con su perrito Totó, Borràs aterrizó en el este, puente aéreo mediante, y debió aplastar a alguna bruja, si TV3 no dice lo contrario. La bruja debía ser castellana y españolista, que al pronto provocó que algunos habitantes huérfanos de poder local la vitorearan como una presidenta. Presidenta del Parlament, presidente para los participios activos de Vox.

"El mago es una gran estafa. La estafa de la postverdad. La pura y burda construcción de una leyenda irrealizable"

Pero su misión promisoria no podía acabar allí, en un mero accidente, sino que pone rumbo al castillo de Oz, donde la independencia es el destino definitivo. Lazos amarillos como baldosas amarillas del cuento señalan el camino. El mago de Oz, una metafísica corporal que se asemeja a Jordi Pujol, espera. Realidad o estafa. Mito o timo. Así camina Borràs como Moisés sobre el mar Rojo, el del PSC, abriendo aguas para formar Gobierno.

Y por el camino de las riberas del Ebro, encontrará espantapájaros, hombres de hojalata y leones, buscando cerebros, corazones y coraje. No son todos los habitantes del reino pero los hay que perdieron la cabeza y hasta el corazón. Por fin, cuando llegan al castillo, over the rainbow, comprueban que el mago es una gran estafa. La estafa de la postverdad. La pura y burda construcción de una leyenda irrealizable. La fascinación por lo imposible. Y así lo reconoce el impostor: “Solo soy un hombre normal".

Tan normal como un andaluz tomando un zumo de naranja en la Boquería o un aragonés estudiando Periodismo en la Autónoma de Barcelona. Para entonces, solo espero que Borràs vuelva a Kansas y Carrera de San Jerónimo abajo, con su sincera sonrisa, me reconozca que se equivocó.

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