Inocencio Arias Diplomático
OPINIÓN

Trump se suicida

El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, durante un mitin en Dalton, Georgia, el 4 de enero de 2021.
El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, durante un mitin en Dalton, Georgia, el 4 de enero de 2021.
ERIK S. LESSER / EFE
El presidente saliente de EE UU, Donald Trump, durante un mitin en Dalton, Georgia, el 4 de enero de 2021.

El presidente más divisorio de la historia estadounidense va a hacer mutis sin aplausos. Y dejará su partido, el republicano, dividido. Si la pandemia ha influido decisivamente en que pierda las elecciones, la imagen de sus partidarios entrando violentamente en el Capitolio remata su futuro político personal. Hace días, después de su derrota en la urnas, las casas de apuestas reflejaban mayoritariamente que Trump regresaría y sería el candidato republicano en el 2024. Hoy, apuestan por el vicepresidente Pence o por otros políticos. Alentar a sus seguidores a que marchen hacia el Capitolio para perturbar la certificación de la victoria de Biden era muy grave. Tardar más de hora y media, al producirse el asalto al Parlamento, en hacer un llamamiento a la turba para que se marchara resulta algo imperdonable hasta para bastantes de sus simpatizantes.

"La clase política demócrata e incluso la no trumpiana suspira por no dejarlo escapar ileso habilitado para presentarse en el 2024"

Los medios de información yanquis, casi sin excepción, lo condenan rotundamente y piden que se largue ya. El New York Times, enemigo del presidente, señala que no fue un golpe de Estado pero que debe irse ahora. Frank Luntz, reputado analista, concluye que ha escindido al partido creando una brecha profunda y agria. El Wall Street Journal, que lo ha defendido con frecuencia, sostiene que lo ocurrido es gravísimo y que ahora sí se le puede inhabilitar. El 67% de los interrogados en una encuesta cree que es responsable de la violencia del Capitolio.

Muchos políticos demócratas pretenden inhabilitarlo si su gabinete no lo depone (Enmienda 25) o no dimite. No hay tiempo, con todo, para que se consume a corto plazo, su mandato expira en ocho días. Biden, de su lado, teme que si el Congreso se enfanga en un proceso que puede tardar meses, se rezagaran temas vitales para que él pueda actuar, la aprobación, obligatoria constitucionalmente por el Congreso, de centenas de altos cargos imprescindibles para gobernar y el abordar asuntos vitales como la pandemia, la injerencia cibernética que pone en peligro la seguridad nacional y las grandes empresas, etc… Por eso, el nuevo presidente no ha querido pronunciarse sobre la cuestión. La clase política demócrata e incluso la no trumpiana suspira, además, por no dejarlo escapar ileso habilitado para presentarse en el 2024 (la inhabilitación si prospera lo impediría). Los contrarios alegan que la inhabilitación hará más sangre en el partido republicano, lo que retrasaría el restañar heridas y convertiría a Trump en una víctima como él quizás desea para regar y abonar su demagogia. Prescindiendo del núcleo duro de sus partidarios, una gran parte del país optaría por que dimitiese ya. 

Mi impresión es que, aunque quedará algo de su legado, e independientemente del resultado y la duración de la inhabilitación, él se ha disparado dos tiros en las piernas. Los enemigos de Estados Unidos, China, Irán, Cuba, cierta izquierda europea y española, hipócritamente sonríen complacidos con el espectáculo.

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