Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

La serie de la Navidad

Portal de Belén del Cabildo de Tenerife
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CABILDO DE TENERIFE
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A pesar del intento de Pablo Iglesias de convertir la Nochebuena en un debate de altura intelectual sobre la forma ideal de nuestro Estado, los españoles hemos optado por cenar hablando de otras cosas. Nuestro carácter patrio tan vehemente no necesita motivos añadidos para encendernos. 

En una suerte de pacto tácito para no entrar en honduras filosóficas o en discusiones de trinchera, las celebraciones navideñas se amenizan siempre con naderías o perogrulladas. Todo con tal de no discutir. Que si hace más frío que un año antes, que los langostinos ya no saben como antaño, que cómo es posible que siga fabricándose el turrón duro, que no estés con el móvil en la mesa, que si la Pedroche habrá elegido ya su vestido o que la Liga este año la ganara el Atlético. 

Alguno pensará que la novedad este año son las conversaciones sobre las series. La irrupción en el confinamiento de plataformas con infinitas posibilidades ha popularizado los seriales. La casa de papel, Vis a vis y The Crown se han unido a las de culto como Juego de tronos en las charlas de sobremesa de estos días de fiesta. Porque mientras hablamos de estas bagatelas nos olvidamos de las desgracias de hemos vivido estos meses marcados por la pandemia.

Conviene recordar la serie de un niño 
que vino al mundo en la pobreza más absoluta, en una familia sin hogar   

Pero, aunque a los más jóvenes de la casa les parezca que sin Netflix no había esparcimiento, ni capítulos que seguir, siempre una serie nos ha acompañado en Navidad. Quién no se acuerda de Médico de familia y Los Serrano o de Falcon Crest y Friends –si eras de producciones anglosajonas– y hasta de Cristal o Pasión de Gabilanes cuando lo que te priva es el acento latino. Para todos los gustos y para todas las edades, los seriales nos han acompañado con sus tramas interminables y sus personajes entrañables.

Nos han hecho la vida más entretenida y ahorrado mil discusiones. Qué fácil criticar a esos protagonistas y qué inocuo para la familia. Las series se pierden en el tiempo y no nacieron con el tubo catódico. Pregunta a tu abuela por la Mula Francis o por Matilde, Perico y Periquín, te explicará que la radio del siglo pasado estaba trufada de seriales seguidos masivamente. Qué buenas historias que te hacen aprender tanto en carne ajena.

Ahora que muchas cosas importantes se han olvidado y parece que siempre tuvimos el bienestar o la libertad que hoy disfrutamos, quizás conviene recordar otra serie, esta vez no de ficción, que da sentido a estos días. La de un niño que vino al mundo en la pobreza más absoluta, en una familia sin hogar que huía de un destino trágico. Y que a pesar de todo eso se convertiría en el más poderoso, un Dios hecho hombre. Una historia que todos los años nos permite reunirnos en familia y aunque no esté de moda, hay que recordar.

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