OPINIÓN

Vacunas

Una trabajadora sanitaria recibe la vacuna contra la COVID-19 de Moderna en un hospital de Nueva York, EE UU.
Una trabajadora sanitaria recibe la vacuna contra la COVID-19 de Moderna en un hospital de Nueva York, EE UU.
EDUARDO MUÑOZ / EFE
Una trabajadora sanitaria recibe la vacuna contra la COVID-19 de Moderna en un hospital de Nueva York, EE UU.

Muy pronto, los primeros ciudadanos que lo deseen, y siempre de acuerdo con los protocolos que se establezcan, podrán vacunarse contra el coronavirus SARS-CoV-2, que es, como se sabe, el causante de la enfermedad llamada Covid-19, una enfermedad que ha golpeado al mundo como hacía mucho tiempo que no se veía una cosa semejante.

No creo que lleguemos a saber el número real de muertos que ha causado el coronavirus, pero, con toda seguridad, superará los 3 millones. Y luego también deberíamos contar los que, sin morir directamente por la Covid, lo han hecho porque no se les ha podido atender adecuadamente de sus patologías a causa del casi colapso de los sistemas sanitarios.

Todos los gobiernos ocultan sus muertos. No sé, será porqué podríamos establecer una relación directamente proporcional entre el número de muertos y la eficacia del gobierno, ¿no les parece? Es decir, a más muertos, más incompetencia. A menos muertos, menos incompetencia.

Lo que más me ha llamado la atención de esta pandemia son tres cosas: que los científicos no sabían tanto; que los mandatarios no podían con todo; que los sistemas sanitarios no eran tan excelentes como se nos decía; que muchos ciudadanos son terraplanistas, es decir, que abjuran de la realidad y de la ciencia; y, finalmente, que, a pesar de los avances tecnológicos, somos mucho más frágiles y vulnerables de lo que nos pensábamos.

Las vacunas pueden ser el principio del fin de la pesadilla que padecemos desde el mes de marzo. No bajemos la guardia. ¡Feliz Navidad!

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