OPINIÓN

El dichoso ritual del palito

Un sanitario realiza una prueba PCR
Un sanitario realiza una prueba PCR.
RICARDO RUBIO/EUROPA PRESS
Un sanitario realiza una prueba PCR

A estas alturas de la película creo que muchos ya hemos experimentado la sensación de que te metan un esbelto palo con pelos por la nariz. Quien aún no lo ha testado, poco le quedará. Por desgracia nuestra vida ha dado un vuelco. No podemos abrazarnos, ni gritar, ni bailar, ni viajar. Estamos siendo víctimas de algo desconocido. Una de esas enfermedades que, de vez en cuando, llegan a la humanidad y ponen todo patas arriba. Pandemias que hubo en el pasado y que habrá en el futuro, aunque ya no estemos aquí. Ahora toca adaptarnos a las circunstancias y a la velocidad que lleva todo. Un rápido sendero del que nos podemos beneficiar como por ejemplo con la aparición de una vacuna en tiempos de Usain Bolt en la pista de Berlín, o de otro más triste por la gran cantidad de pérdidas. Mientras tanto, palito en la nariz y esperar.

"Tras ese bastoncillo peludo con forma de escobilla de retrete en nuestros sesos, llega la incertidumbre y la criba"

Firmo tener esa incómoda sensación a diario si con ello no dejamos a nadie más por el camino. El ritual del 2020. Cabeza ni muy alta ni muy baja; mascarilla tapando la boca, sanitario estocando el agujero con cansancio en la mirada. Cosquilleo. Una vez dentro de la cueva nasal, unos pequeños giros de amase y el cerebro diciéndole al ojo que suelte unas lagrimitas por aquel valeroso trabajador que está en primera línea de fuego. Y así muchos más, hasta llegar al fin de la jornada pidiendo al de arriba que frene esto de una vez. Tras ese bastoncillo peludo con forma de escobilla de retrete en nuestros sesos, llega la incertidumbre y la criba. Desde 15 minutos, hasta 48 horas.

Por suerte, parece que los enjuagues y la saliva nos van a salvar a medio plazo de ese largo, felpudo y blanco amigo que nos hemos hecho estos meses. No le echaremos de menos.

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