OPINIÓN

El alimento del trumpismo

El presidente de EE UU, Donald Trump, comparece en la Casa Blanca para anunciar que recurrirá al Supremo el resultado de las elecciones.
El presidente de EE UU, Donald Trump, en la Casa Blanca.
CHRIS KLEPONIS / EFE
El presidente de EE UU, Donald Trump, comparece en la Casa Blanca para anunciar que recurrirá al Supremo el resultado de las elecciones.

La aplicación de una lógica simple haría pensar que elegir al presidente en las urnas debería ser un procedimiento técnico fácil de acometer y con resultados inmediatos en el país que ha inventado internet y las redes sociales. Pero Silicon Valley no ha conseguido entrometerse en el caduco método de votación que se utiliza en Estados Unidos y que ha tenido efectos perversos en los últimos veinte años, cuando se ha convertido en costumbre que un presidente pueda serlo a pesar de tener menos votos que su rival.

La descentralización del poder, así en Estados Unidos como en cualquier otro país, tiene efectos positivos y negativos. Porque, una cosa es adaptar las políticas a las características propias de cada territorio, y otra muy distinta es que cada territorio haga de su capa un sayo en asuntos que provocan efectos mucho más allá de su siguiente esquina (y esto vale igual para las elecciones y para la pandemia).

Que todavía se estén contando votos es impropio de una democracia moderna

Si, como ocurrió en el año 2000, Florida tiene un método de votación anticuado e ineficiente, eso no afecta solo a lo que pase en Florida, sino a la elección del presidente de los Estados Unidos, que no es asunto de importancia menor. Si hay territorios que son incapaces de gestionar correctamente el voto anticipado o por correo, eso puede cambiar el destino de Pensilvania y del mundo.

Que 24 horas después de cerrados los centros electorales todavía se estén contando votos es impropio de una democracia moderna. Que, como ocurrió en las elecciones del 2000, el sistema sea tan defectuoso que al presidente lo terminen eligiendo los nueve magistrados de la Corte Suprema es perfectamente legal, pero es mucho más cuestionable que sea perfectamente democrático. 

Se vota un martes por motivos que eran importantes en el siglo XIX, pero que ahora resultan insensatos

La modernidad no siempre consigue romper con determinadas tradiciones. Por ejemplo, con la tradición de que en Estados Unidos se vote en un martes del mes de noviembre, lo que no facilita el proceso. Y se vota en día laborable por motivos que eran importantes en el siglo XIX, pero que ahora resultan insensatos: facilitar el voto a granjeros que tenían que viajar para acudir a los centros electorales. Nadie ha querido modificar algo tan sencillo como esto. Tampoco ha habido nunca consenso para establecer un único método de votación nacional, ni para crear un organismo que controle y vigile el procedimiento de votación en todo el país. 

Tales circunstancias eran casi anecdóticas hasta las elecciones que George Bush ganó a Al Gore en 2000 con menos votos que el perdedor y después de una interminable batalla en los tribunales. Que ese espectáculo se repita ayuda a los populistas y deteriora la fe en la democracia. Traducción: es alimento para el trumpismo internacional.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento