Carmen Remírez de Ganuza Periodista y escritora
OPINIÓN

Iglesias provoca al Supremo

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias.
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias.
Fernando Alvarado / EFE
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias.

No tengo idea de lo que el Supremo resolverá respecto de la exposición razonada contra Pablo Iglesias. Lo que sí tengo claro es que la arrogancia con que el vicepresidente del Gobierno se manifestaba ayer en Rac1 y en el Senado sobre su segura exculpación por parte del Alto Tribunal constituye una provocación en toda regla a unos magistrados que ya han demostrado tener más conchas que un galápago.

A la hora en que hablaba el líder de la nueva política española, los digitales se dividían ya entre los que sentenciaban el perfil progresista de la Sala que le ha tocado en suerte y los que retrataban su cariz conservador. Casi un clásico. En realidad, todo depende de la graduación de las lentes con que uno analice la fotografía. 

Se diría con razón que la magistrada Ana Ferrer es progresista, pero también cabe recordar que votó la inhabilitación de Torra en la Junta Electoral Central provocando las iras de Adriana Lastra... Pasaría también Andrés Martínez Arrieta como un juez de centro-centro por su vinculación a la asociación judicial Francisco de Vitoria, pero curiosamente, fue el único miembro de la Sala que simpatizó con la calificación de rebelión para los presos del procés... Se encasillaría asímismo a Manuel Marchena por variadas razones como magistrado conservador, pero todavía rige el desconcierto de quienes así lo consideraban hasta conocer la sentencia de la ‘ensoñación’...

Y es que si se quiere trascender las razones de técnica jurídica -que son las verdaderamente cruciales-, yo no repararía en la ideología de los jueces sino en su común prurito de independencia. Ya lo dijo el abogado Javier Melero a su cliente Joaquín Forn, y luego lo plasmó en su libro El encargo

Algunos colegas de las defensas del procès habían decidido recusar a Marchena por el whatsapp de Cosidó en el que el PP había presumido de poder controlar la Sala II “por detrás” con su designación a la presidencia del Supremo; whatsapp que en definitiva provocó la propia renuncia del candidato. 

“Yo creo” escribía Melero antes de conocer la sentencia, “que el incidente, al contrario de lo que pueda parecer, al final nos beneficia. No habrá en España, después de lo que ha pasado, nadie más interesado que Marchena en demostrar su independencia, y en dictar la sentencia que mejor describa esa posición”. 

El defensor de Forn no obtuvo satisfacción alguna con la condena, pero de alguna manera vino a acertar en su pronóstico. Yo no me atrevo ahora a hacer ninguno, ya digo, y doy por hecho que los jueces del Supremo no responden en ningún caso a provocaciones, pero convendría a Pablo Iglesias ser menos ufano que Cosidó.

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