OPINIÓN

Exceso de política

Sánchez y Ayuso pactan un espacio de colaboración y harán "lo que sea" para frenar la pandemia
Sánchez y Ayuso pactan un espacio de colaboración y harán "lo que sea" para frenar la pandemia
Europa Press
Sánchez y Ayuso pactan un espacio de colaboración y harán "lo que sea" para frenar la pandemia

Que los políticos hagan política está en la naturaleza de las cosas. Sin embargo, que los políticos sean incapaces de hacer otra cosa que no sea política cada minuto del día, todos los días del año, independientemente de cuáles sean las circunstancias, es una patología que tiene costes muy serios. Y esos costes son aún peores cuando estamos en una situación tan grave como la actual. 

Los condicionantes políticos retrasaron las decisiones que se adoptaron en marzo contra la pandemia, cuando debieron adoptarse semanas antes. Y los condicionantes políticos también han retrasado las decisiones que se toman ahora, y que debieron tomarse en agosto. Si algo debimos aprender de la primera ola del virus es que las medidas han de aplicarse antes de que los datos empeoren. Si se aplican cuando ya han empeorado, los efectos son devastadores.

Partidos políticos distintos que gestionan administraciones públicas en todos los ámbitos (tanto el gobierno central como los autonómicos) han cometido errores similares: el error de dejarse influir por algún interés político de corto plazo o vuelo raso, cuando al virus le resulta indiferente quién gobierna o quién está en la oposición, dónde se sitúan los límites territoriales o competenciales, o si los votos van o vienen en una dirección o en otra.

Aparcar la política y centrarse en la gestión no es la tradición en España

En agosto, cuando el ataque del virus parecía haberse frenado, un grupo de destacados científicos españoles publicó un artículo en la revista científica internacional The Lancet. Solicitaban una evaluación independiente de la gestión de la pandemia, con el objetivo de sacar las conclusiones que nos permitieran no repetir errores en el futuro. La petición de los científicos fue despejada con absoluta indiferencia. Esta semana, metidos ya en la segunda ola, esos mismos científicos han publicado otro artículo en el que constatan que «en un país donde las tensiones políticas son altas» (otra vez la política), es un requisito necesario «el apoyo a gran escala de los partidos». Nadie les hizo caso en agosto, como ha reconocido el ministro de Sanidad. Y ahora van a prestarles algo más de atención, pero no de inmediato. La cita se ha fijado para principios de octubre. ¿Quién tiene prisa?

La decisión política más importante que las autoridades y los partidos podrían adoptar en este momento es darse una tregua a sí mismos: aparcar la política por un tiempo y centrarse en la gestión, que es un poco más difícil. Por desgracia, no es esta la tradición en España, donde casi nada escapa a la sombra que proyecta la política. El cálculo de los beneficios o perjuicios que una decisión u otra puede tener en la cuenta de resultados electoral condiciona peligrosamente la actuación de los cargos públicos.

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