OPINIÓN

El 'otro' estado de alarma

La portavoz del Grupo Popular, Cayetana Álvarez de Toledo.
La portavoz del Grupo Popular, Cayetana Álvarez de Toledo.
Chema Moya / EFE
La portavoz del Grupo Popular, Cayetana Álvarez de Toledo.

En las últimas semanas se ha añadido al glosario de insultos y desprecios habituales del debate público español una acusación más de las que te llevan directamente a la hoguera de los culpables sin ni siquiera pasar por el Santo Oficio de las redes sociales: la de ser un equidistante. Ya sabéis: no es lo mismo ser fascista que antifascista, etcétera, etcétera, o, por el contrario, no se puede uno poner de perfil mientras nos gobierna una dictadura socialcomunista a cuyo lado el norcoreano Kim Jong-un parece un discípulo aventajado de las juventudes de la extinta UCD.

Estos guardianes incorruptibles de las esencias ideológicas tienen razón. No se puede ser equidistante. Pero tampoco nos dejemos confundir con esta marea de maniqueísmo: lo que no se puede es ser equidistante con ese aluvión de tribuneros que han decidido que hay que vivir la vida en bandos irreconciliables y que han convertido en campos radiactivos hasta los grupos más inocentes de WhatsApp.

"Algunos nos quieren obligar a elegir entre bandos irreconciliables"

Ahora que iniciamos los lutos nacionales por el coronavirus con broncas shakespearianas entre cayetanas y pablescos, algunos nos quieren obligar a los demás a elegir entre bandos irreconciliables como si estuviéramos jugando en un parchís belicoso en el que las fichas son los ciudadanos de carne y hueso. O estás conmigo o eres mi enemigo. Decídete.

Y no, también somos muchos los que elegimos menos iracundia y más tibieza, menos peleas tabernarias y más políticas de país. Entre otras razones, porque lo que tenemos es miedo a tener que declarar otro estado de alarma, pero no por la pandemia, sino por nuestra propia democracia.

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