Iñaki Cano Redactor Sportyou
OPINIÓN

¡Qué suerte tuve al cruzarte en mi camino!

Una imagen de archivo de Radomir Antic.
Una imagen de archivo de Radomir Antic.
ARCHIVO
Una imagen de archivo de Radomir Antic.

Molina, Toni, Santi, Solozabal, Geli, Vizcaíno, Simeone, Caminero, Pantic, Kiko y Penev y al frente de todos ellos, Radomir Antic. El ‘serbio’ del ‘doblete. Esos eran los del equipo que lograron hacer una historia distinta en el Atlético de Madrid. Un antes del actual Atleti del Cholo Simeone, que algo de Radomir tiene. 

Cinco inolvidables temporadas de ‘Rado’ en el Calderón que sirvieron para desterrar definitivamente el apodo de ‘El Pupas’ y sacar al equipo del fango en el que estaba metido. Antic se hizo con las riendas y logró el mítico ‘doblete’ del Atlético de Madrid que para los aficionados, será inolvidable porque esa temporada ni Canaletas ni la diosa Cibeles pudieron celebrar nada porque fue Neptuno quien lo disfrutó.

Radomir Antic no era un entrenador cómodo para los presidentes. El serbio sabía lo que quería y no se doblegaba ante nada ni nadie. Buscaba la gloria para quien le pagaba pero eso no significaba que era de los del "sí señor". Ni tan siquiera Jesús Gil y Gil pudo con él. Ni Joan Gaspart, ni Ramón Mendoza tampoco le hicieron bailar al son que de ellos. Radomir se hizo jefe de los tres vestuarios más grandes del fútbol español y no con el látigo y sí convenciendo a todos los jugadores con sus ideas.

"Cuando volvía a mi casa me daba cuenta que otra vez me había hipnotizado y ganado la partida"

Incluso a mi me convencía de sus ideas. Aquél temperamental reportero que yo era, acababa doblegándose ante las palabras estranguladas del particular castellano de Radomir Antic. Me escuchaba mis críticas, mis preguntas y repreguntas y mis reflexiones, después su verborrea machacante terminaba por convencerme. Siempre me ganaba en el cara a cara y cuando volvía a mi casa me daba cuenta que otra vez me había hipnotizada y ganado la partida. 

Nunca nos levantamos la voz ni en sus peores momentos deportivos que es cuando se le suele ver la patita a los lobos con piel de cordero. Antic siempre me razonó sus ideas y quizás por eso terminamos queriéndonos los dos.

Siempre te tendré en mis pensamientos porque aunque no haya asimilado del todo tus enseñanzas, me guiaste por las nuevas rutas de tu fútbol y terminé creyéndome todo lo que me decías. Te lo dije alguna vez pero lo vuelvo a repetir: pese a todos nuestros encontronazos deportivos, te estaré eternamente agradecido por las clases privadas que me diste de fútbol y vida en tantas cenas post partido en Zaragoza, Barcelona, Madrid, Oviedo o Vigo.

Radomir Antic, otro trocito de mi vida y de mi historia que se me va. Sólo pido que a Rado, cuando salgamos de ésta asquerosa crisis sanitaria o lo que sea, le den en "su" Atlético de Madrid el homenaje que se merece de una afición que tiene el corazón un poco serbio gracias a Radomir Antic y a su mujer Vera, que no se sentaba en el banquillo, pero que era la calma de la tempestad del entrenador del ‘doblete’ que encontraba en ella la razón de todos sus convencimientos y el ancla de su seguridad.

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