Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Europa a prueba

De izquierda a derecha, el primer ministro holandés, Mark Rutte; el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki; la canciller alemana, Angela Merkel; y el presidente francés, Emmanuel Macron, en Bruselas.
Mark Rutte, Angela Merkel y Emmanuel Macron, en Bruselas.
OLIVIER HOSLET / EFE
De izquierda a derecha, el primer ministro holandés, Mark Rutte; el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki; la canciller alemana, Angela Merkel; y el presidente francés, Emmanuel Macron, en Bruselas.

Los amigos están para las ocasiones y los socios para las dificultades. La pandemia del Covid-19 va más allá del drama que sufren las familias y las sociedades de la práctica totalidad del mundo y está poniendo a prueba todo lo que nos une a los mortales, especialmente la unidad entre los pueblos que, después de tantos siglos de guerras casi ininterrumpidas, debería estar mejor consolidada.

En España, desgraciadamente sufrimos el ejemplo interno de que esa necesidad, imperiosa para el bien común y la prosperidad, no brilla. En estos días fatídicos, en los que tantos problemas creíamos superados, la unidad que garantizan los tratados internacionales debería protegernos. Empezamos por la Unión Europea, la organización supranacional en la que tenemos depositada la seguridad y la confianza y que es nuestra principal esperanza.

Estamos ante la mejor ocasión posible para ponerla a prueba. Y los indicios son medianamente satisfactorios. Las buenas intenciones que se escuchan desde Bruselas y las promesas fiables del Banco Central Europeo para paliar los problemas que está generando a la economía se quedan cortos. Los países más afectados plantean la necesidad de mutualizar la deuda que se contraiga. Y ahí está la prueba práctica de la solidaridad.

Nueve, entre ellos Francia, Italia y España, requieren de los 27 la creación ya de los coronabonos, una vieja reivindicación –con diferentes nombres– que sistemáticamente tropieza con la resistencia de Países Bajos y Alemania, el país que desde su PIB ejerce el liderazgo. Este es el momento en que Alemania debería demostrar que los argumentos para ejercer la influencia van más allá de puras actitudes paternalistas cuando no autoritarias.

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